jueves, 1 de agosto de 2013

Salvadorización de los acuerdos en La Habana.


Libardo Sánchez Gómez.

Tal como ocurrió en el Salvador con el frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMNL,  las FARC-EP  aceptaron sentarse en La Habana a conversar de paz con el Gobierno colombiano, con miras a llegar a un acuerdo final que de por terminada la confrontación armada interna que ronda medio siglo, aceptando que el modelo socioeconómico no cambie. claro que acá, a diferencia de cómo allá lo hizo  El FMLN, las FARC-EP no quieren firmar un “…acuerdo de paz sin ningún diálogo democrático previo con los militantes, sin ninguna consultación con los movimientos sociales de base”  (James Petras, ¿Es posible que los "acuerdos de paz" generen justicia, paz y seguridad para el pueblo? 2013) En Colombia ha sido una exigencia de las FARC EP la participación de la llamada sociedad civil, pero eso sí ,  como las guerrillas del Salvador,    las de Colombia se aprestan a pasar de la concepción de “una guerra prolongada anti oligárquica  y antiimperialista a dejar de lado  la lucha por el socialismo basado en los obreros y en los campesinos a favor de la revolución democrática  en la que, desde luego, se incluye la burguesía progresista moderna” (James Petras)

En la  segunda etapa de negociaciones colombianas, aclarando que en la primera en lo referente al tema agrario  la burguesía no cedió un milímetro, y repitiendo el caso  Centroamericano, como lo anota Petras, los líderes de las FARC-EP  ponen:  “…el énfasis en la incorporación política al sistema electoral”,  y  a “la apertura de negociaciones sin ningún acuerdo previo y una disposición a trabajar dentro del marco electoral capitalista”,  el mundo es un pañuelo.  Y como si las FARC-EP usaran papel de calcar, abandonan, como allá:   “…las demandas de desmantelar las fuerzas armadas, de expropiar las principales empresas mineras, comerciales, banqueras y financieras.”  Al respecto, en una reciente entrevista efectuada por Hernando calvo Ospina, Iván Márquez dice: “En la mesa no estamos planteando cambios radicales a las estructuras políticas ni económicas del Estado. Ahí no se habla de socialismo ni de comunismo. Lo que buscamos es generar condiciones para llegar a un entendimiento con el gobierno. Un espacio donde encontremos las distintas visiones. Sabemos que por eso algunas organizaciones de izquierda, no sólo colombianas, ya dicen que nos volvimos una guerrilla reformista”. La misma oligarquía colombiana está decepcionada con la posición de la guerrilla, pues dicen que: “cincuenta años de guerra…  para terminar en nada...”; en el fondo muchos de sus  intelectuales quieren que la sociedad avance a formas más civilizadas, y el encuentro en La Habana es una oportunidad para lograrlo.

Y es algo increíble, en una guerrilla  que ha enfrentado  exitosamente durante cincuenta años el más crudo realismo,  ver tanto optimismo, dice Rodrigo Granda: “Es que si se abre la posibilidad de hacer política legal, sin la amenaza permanente del asesinato, en igualdad de condiciones y se hacen unas reformas políticas que puedan enrumbar al país hacia la democracia participativa, nos apuntamos. Porque se podría crear una correlación de fuerzas favorable al movimiento revolucionario, que encaminen las transformaciones radicales necesarias. Nosotros aceptamos ese reto”. Es obvio que eso no es posible, acaso no han visto y sufrido la historia criminal de la oligarquía colombiana; pero, aún,  es más optimista Iván Márquez: “Nosotros estamos seguros de que lo más importante para Colombia es garantizar una democracia real donde el soberano, que es el pueblo, determine las políticas estratégicas; donde la opinión de la gente sea tenida en cuenta sin que se le estigmatice y asesine”. Imposible Iván,  en Colombia  la oligarquía jamás tolerará la oposición política; siempre estará listo el escenario nacional donde pusieron a  bailar el  macabro "baile rojo"  de la muerte a la UP, allí mismo los pondrán a danzar a ustedes. 

Hernando Ospina  hace ver claramente que las conversaciones con la oligarquía colombiana se dan porque  los gringos las permiten, enmarcadas dentro del cuadro de sus conveniencias, entonces,al respecto  Iván Márquez expone:  “Recientemente 62 congresistas de Estados Unidos, entre ellos dos republicanos, encabezados por Jim McGovern, suscribieron una carta de apoyo a los diálogos. Esta misiva fue enviada al secretario de Estado John Kerry. Este gesto altruista lo hemos saludado. Pero también la Casa Blanca y el Departamento de Estado han expresado su respaldo. (La negrilla es mía)

Hernando Ospina, durante la entrevista, intentó  inyectar  realismo,  dice: “Debo reconocer, y ya es para terminar, que no soy muy optimista con estos diálogos. Yo creo que Colombia y los colombianos se merecen una paz con justicia social, pero conozco al Estado colombiano, conozco a Estados Unidos que es su sostén y quien al final decide. Ojalá que esa larga noche que impuso el terrorismo de Estado se detenga y por fin amanezca. Lo deseo de todo corazón”, y los representantes de los alzados en armas a través  de Pablo Catatumbo opinan: “Mire, las condiciones políticas en América Latina han cambiado. ¿Quién se iba a imaginar lo que pasó en Venezuela y Bolivia con la llegada de Chávez y Evo? ¿Quién iba a imaginar que llegarían otros gobiernos en América Latina para exigirle a Estados Unidos el respeto a la soberanía? Existen cosas impredecibles, como fue el fin de la Unión Soviética”. Por dios, dirían las beatas,  las condiciones colombianas son atípicas, distintas  si se quiere a las del resto de Latinoamérica, ya que contamos con una oligarquía ambiciosa y criminal sui generis la cual ha puesto su poder de decisión en manos de los gringos, y lógicamente estos por las buenas no van a permitir cambios estructurales al modelo de producción capitalista ni a algo que afecte sus intereses.

Volviendo al paralelo con el Acuerdo  Salvadoreño, allí los gringos aplaudieron el desmantelamiento de la guerrilla calificándolo como   "(…) un momento de inflexión histórico que iniciaba una nueva era de paz y prosperidad para el país y el pueblo". Y dice Jame Petras que “La mayoría de los académicos y periodistas de izquierda se unieron al coro de elogios al "pragmatismo" y la "flexibilidad" de los líderes del FMLN”. En Colombia también tenemos “aupadores”  de oficio de la paz académicos, candidatos de “izquierda” y de derecha y politólogos de todos los pelambres; recientemente  Carlos Medina Gallego, docente-Investigador de la Universidad Nacional de Colombia, escribió un artículo muy juicioso acerca de la reciente desmovilización de 30 supuestos guerrilleros    de la compañía “Lucho Quintero” del ELN, pero al final,  de manera incomprensible, pide: “Un urgente trabajo de mediación política por parte de la Comisión Facilitadora Civil y La comunidad internacional debe emprenderse para que se produzcan lo más rápido posible, la liberación del canadiense y se dé inicio a una fase exploratoria que conduzca a una mesa de conversaciones que en un tiempo prudencial se unifique al proceso en marcha con las FARC”. El común del pueblo se pregunta cuál es el afán del profesor Carlos Medina y de todos “pazólogos” por anular una de las formas de lucha sociopolíticas  contra la oligarquía usurpadora, ¿qué hay detrás de esa  prisa huracanada,  que pretende  dejarle    a la oligarquía, de manera gratis, libre de piedras  sus zapatos?

¿Qué   pueden esperar las FARC-EP y el ELN de la transición de la lucha armada y la movilización de masas a la política electoralista?  La  historia   muestra el sitio donde quedaran ubicados, y será en el mismo lugar donde se han colocado los guerrilleros desmovilizados en todas partes del mundo y en todos los tiempos;  James Petras señala claramente el rol que han jugado los reinsertos  de Colombia y el Salvador, dice: “muchos fueron elegidos en puestos públicos, lo que les garantizó un estándar de vida de clase media. Como congresistas, asesores políticos, asistentes y alcaldes, la élite del FMLN recibió salarios sustanciales, adquirieron viviendas en barrios de clase media y nuevos automóviles y contrataron guardias privados para su protección”. 

Respecto de los  beneficiarios del acuerdo paz   Petras anota que en el Salvador: “Los principales beneficiarios del Acuerdo de paz fueron los "burgueses modernos" -la élite bancaria, comercial, de la agroindustria, de las maquiladoras- quienes hicieron grandes ganancias, pagaron muy pocos impuestos, recibieron subsidios estatales y explotaron la mano de obra barata de las maquiladoras”. Y cuenta que a los “nuevos burgueses” les tocó contratar empresas de seguridad “para proteger sus casas, negocios, clubes privados y balnearios de vacaciones”. En  Colombia no queremos ver como "cargaladrillos" de las cabezas   a los compañeros de armas de las bases (eso ya sucedió con muchos desmovilizados del M-19) pues las prebendas de la oligarquía tan sólo alcanzarán para un centenar de desmovilizados; en el Salvador la bonanza alcanzó para sesenta insurgentes de la cúpula.  

Dice Petras que   el  FMLN ha tratado de legitimar el orden socioeconómico neoliberal escudándose en su "heroico y glorioso pasado guerrillero".  Y que los políticos corruptos del FMLN evocan su rol del pasado como "comandantes guerrilleros", para encubrir sus conexiones corruptas del presente con la élite económica”. Dada la similitud de condiciones en la que se dan las conversaciones en La Habana con las salvadoreñas, asusta pensar que la historia escriba un libreto idéntico para nuestro país. Es que la sociedad, como en los seres vivos, estructuras similares generan los mismos efectos. 

En su ensayo, a modo de conclusión, James Petras afirma que: “queda claro que el acuerdo de paz firmado por el FMLN ha fracasado en el cumplimiento de las mínimas demandas políticas y socioeconómicas de sus bases. A pesar de los grandes sacrificios y los incontables ejemplos de heroísmo personal, las masas populares de El Salvador fueron despojadas de todo logro positivo. Los poderosos movimientos fueron desmantelados por decreto de los comandantes guerrilleros. Los principales líderes que dictaron dichas políticas lo hicieron ya sea porque eran colaboradores de las fuerzas militares de EE.UU. (Villalobos) o aliados de la llamada burguesía "progresista".  En otro aparte dice: “Los acuerdos de paz que desarman a los insurgentes y mantienen a las fuerzas armadas, que son el sostén de la élite económica y de su control sobre los sectores estratégicos de la economía, dan como resultado una continuidad de las políticas neoliberales y de las bases militares de EE.UU. y producen la integración de los ex líderes guerrilleros en un sistema político corrupto y reaccionario”. Y sostiene algo premonitorio para Colombia, basado en tales hechos históricos: “Los ex líderes guerrilleros promoverán sus carreras electorales y trabajarán dentro del sistema adoptando políticas neoliberales -como lo han demostrado numerosos casos. En Colombia, por ejemplo, Antonio Navarro Wolff, ex integrante del M-19 se convirtió en un aliado del entonces Presidente Álvaro Uribe y su régimen de escuadrones de la muerte cuando fue gobernador de Nariño. Teodoro Petkoff, ex guerrillero venezolano, devino en uno de los ideólogos del programa de austeridad del FMI durante el gobierno de Caldera. Joaquín Villalobos, el ex guerrillero salvadoreño del ERP, se convirtió en asesor de la CIA y de varios regímenes criminales que le pagaron cuantiosas sumas por su asesoramiento”.   

En  el caso colombiano queda una lene esperanza de que la historia gire definitivamente a la izquierda, esperanza  anclada en las recientes declaraciones de los voceros y del mismo Timochenco. y desde los distintos puntos cardinales llegan vientos de que la guerrillerada  no está  dispuesta  a entregarse por nada; no se puede pensar que el Sargento Pascuas, quien dejó la  comodidad de la trinchera para ir a aburrirse en la aridez de una casa con las comodidades de un hotel cinco estrellas, pueda abandonar  sin más su causa la misma de Manuel Marulanda. Varios “Pensionados  de la guerra”,   que  superan los setenta años, han afirmado que si se firman  acuerdos en La Habana sin que, por ejemplo,   cambie la estructura de tenencia de tierras y se modifique el número y estructura de las fuerzas armadas colombianas, y sin que se prohíba el uso de bases militares a los gringos, ellos volverán a empuñar las armas hasta agotar el último aliento de vida.   La esposa de Pablo Catatumbo le dijo  a una periodista de La Otra Orilla: “… y si  toca volver a Colombia, volver a las montañas a empuñar el fusil lo volveré hacer, y si me toca morir lo haré”.  

Claro que en Colombia, lo que no ocurrió en el Salvador, no todo está perdido; acá queda  en pie de lucha MEGATEO, el guerrillero campesino que recogió la posta que botaron sus compañeros de lucha del EPL. Megateo,  es un hombre astuto y carismático,   como lo fue Manuel Marulanda Vélez; también ha sido puesto en la picota pública, como narcotraficante y terrorista por los grandes medios de comunicación y sobre todo por el infantil ministro de guerra Pinzón, y si lo dice este   pendenciero es porque Megateo es un buen hombre;  este guerrillero está dispuesto a recoger a los guerreros  que quieran cumplir con su consigna: vencer o morir. 


El proceso de Paz




Allende La Paz, Cambio Total.

La demostración de que el gobierno de JM Santos sabe muy poco, por no decir nada, sobre los diálogos de Paz es su posición de ayer en la que expresa que « la Constituyente es el inicio y no el final de la paz ». No sabe Santos que la Paz no es un « estado » estático, sinoun proceso. Un proceso vivo hecho por seres vivos y no por seres que siempre quieren la muerte de sus contradictores.

La Paz es un proceso que se inició desde el momento mismo en que la oligarquía inició la confrontación. Declaró la guerra y siguió cada 4 años decretándole la guerra a la insurgencia armada y al pueblo colombiano, a fin de imponerles sus políticas dictadas desde los centros de poder imperiales. Mas todo aquel que empieza una guerra tiene que tener en su mente que ella termina en una paz futura.

Ahora bien, sentarse a dialogar –así sea obligados como en el caso del gobierno colombiano- es un primer paso hacia la paz, pero no es la paz misma, ni siquiera es el inicio ni el final. Tampoco lo es la firma de unos acuerdos porque todos los acuerdos se pueden romper. Mucho menos lo es la « dejación de las armas », porque si no se realizan transformaciones profundas no se ha llegado a ningunos Acuerdos y hacen imposible la desaparición de las armas como mecanismo para resolver conflictos. 

El gobierno nacional pretende que las FARC entreguen las armas, pero ellos continúan con las armas de las fuerzas militares-narcoparamilitares en su poder y el estamento militar sigue –y seguirá- aplicando el Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad Nacional. Todos los colombianos sabemos que si no hay transformaciones profundas en el estamento militar, será imposible aclimatar la Paz en Colombia, al igual que si no hay transformaciones políticas, sociales, etc.

Por ello la insistencia de las FARC de que los Acuerdos logrados en la Mesa de La Habana sean refrendados por una Constituyente que  produzca una Constitución que sea un gran tratado de Paz entre los colombianos. Arranca ahí otra etapa del proceso de Paz. Una vez refrendados los Acuerdos por la Constituyente, será el momento de la implementación, la construcción, de un Nuevo País. Un nuevo país con justicia social, libertad, democracia, independencia y soberanía nacional. Y de ahí estaremos en constante movimiento para desarrollar la Paz.

A quién se le habrá ocurrido que unas conversaciones con las guerrillas de las FARC y el ELN significaría un « aquí estoy, perdón » y « aquí no ha pasado nada » ? A las « lumbreras » Santos, Carrillo, Gaviria, De la Calle ? No, no. Se equivocaron « de cabo a rabo ». Y no es que el pueblo pretenda realizar la « revolución por decreto ». No. Es el gobierno en representación del estado el que quiere « lograr en la mesa » lo que no han alcanzado en el campo militar. Conseguido el Nuevo País –capitalista, burgués, todavía- viene la lucha política del pueblo por instaurar un modelo de país como a él le dé la gana, el cual no puede ser dictado por las oligarquías y el imperio. 

Dejaremos las armas en poder de unas fuerzas militares que día a día llena de sangre inocente los suelos colombianos ? No siguen demostrando el tratamiento que le dan -y seguirán dando- a las poblaciones que osen levantarse a exigir sus derechos ? No está esto palpable en el « tratamiento a bala » dado a los campesinos del CataTumbo ? No es el Catatumbo una muestra del Terrorismo de Estado ? 31 masacres y 12.000 víctimas en el Catatumbo son prueba de ello. 

Además, 500.000 víctimas, 75.000 desaparecidos, miles de ejecutados extrajudicalmente (3.500 desde Uribhitler), y más de 5.500.000 de desplazados forzados desde 1964 son las víctimas en todo el territorio nacional que no pueden llevar a las guerrillas si no a luchar por una solución política que signifique transformación del aparato estatal, transformación que quizá sea hacia una modernización burguesa del estado en esta primera etapa.

La verdad es que en La Habana parece que se está hablando con las mismas palabras con diferentes significados.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Señor Libardo Sánchez Gómez, leyendo su “agudo” olfato político no me queda mas que decirle que usted es un HIJUEPUTA con mayuscula. Como se le ocurre decir tantas sandeces juntas. Si no le sirven los enormes esfuerzos de paz de muchos sectores y personas que han padecido como nadie la guerra, y si esta tan comprometido con ese pensamiento de escupir balas y cagar pólvora, porque no enarbola su propio movimiento insurgente, a ver como le va y comprueba con su propia experiencia lo “fácil” de esa decisión. Pobre diablo.

el viajero y su sombra dijo...

Señor anónimo,
A falta de un solo argumento, usted escupe soeces, ni siquiera del nivel de una sandez; ¿detrás de la mascara se esconde un patán con aires de príncipe o es al revés? Señor anónimo: existe un modo de producción llamado capitalismo, que tiene a millones de personas con dolor de vientre por no tener que echarle y del alma por ver a otros muriendo de sobrepeso;usted aspira a lo ultimo. Y, gústenos o no, ese modelo solo puede cambiarse por las malas; da pena que en Colombia la única oportunidad de cambiarlo se cambie por un plato de lentejas. La dialéctica nos dice que unos se van y otros se quedan, que unos mueren y otros nacen. ¿La paz que usted propone es la de convertir en HIJUEPUTA al que te contradice? ¿Son tan poderosos mis argumentos que puedo acabar con el esfuerzo de muchos...? Buen viaje.

Edgar Veloza dijo...

“Quieren que otros se jodan por la causa mientras ellos siguen viviendo de la causa. Recuerdo a uno de ellos que tildaba de traidores a no sé quien y sin embargo una vez lo vi muy triste porque había perdido en el metro su jersey color vinotinto, tricotado, con cremallera. A otra la vi llorar inconsolable cuando murió su mascota, un ratón hámster, y sin embargo no deja caer una sola lágrima por la gente que muere en combate o asesinada por defender un pedazo de tierra (…) Más divertidos son los teóricos. Luego de varias noches de insomnio, por fin dan con la cita para poner en duda los eventuales acuerdos que la guerrilla firme con el gobierno. Siempre se puede sacar algo de los tres tomos de las obras escogidas de Lenin publicadas por Editorial Progreso. Deliran frente al computador. Golpean con furia las teclas. Se desdoblan y escriben tal como si lo hicieran desde el tren de Finlandia y una multitud de obreros esperaran su llegada a Petrogrado.” http://www.semana.com/opinion/articulo/miedo-traicion/353544-3

el viajero y su sombra dijo...

Señor
Edgar Veloza

Gracias por sus comentarios, pues me permiten aclarar algunos planteamientos expuestos en el artículo La Salvadorización de las conversaciones en La Habana. Usted, como núcleo del comentario, transcribe literalmente las apreciaciones del señor Jezid Arteta; lamentablemente el articulista no aporta sólidos argumentos para apoyar su convencimiento acerca de lo que Él cree, es decir, que “las FARC-EP sí pueden llegar a acuerdos con el Gobierno”; por otro lado, el echo de haber abandonado la causa, por la razón que sea, no lo habilita para aconsejar a los compañeros que están en el frente de lucha; para los guerreros abandono es traición, ¿acaso busca que el grueso de la insurgencia claudique, para de esta manera minimizar su traición a los ideales?

Quiero comentarle señor Veloza, que para esbozar conceptos sobre un tema de tan altas repercusiones, para la sociedad en su conjunto, nos tenemos que ceñir a la mayor rigurosidad científica posible a nuestro alcance. Mire usted, el reconocido investigador social James Petras pone sobre la Mesa, como hecho histórico para ser tenido en cuenta, la experiencia vivida en el Salvador, la cual se sigue reescribiendo de manera cruel; y yo lo que hago es ponerla en el contexto de la realidad colombiana que se ventila en La Habana. El también reconocido periodista Hernando Calvo Ospina, en la entrevista a los voceros de los insurgentes, pone de relieve la poca credibilidad en la oligarquía en el poder para aceptar transformaciones y cumplir los acuerdos; en este caso tampoco cambio ni una sola letra de lo dicho por unos y otros. Pero ocurre señor Veloza que es muy cierto lo que afirma Mario Benedetti: “la sinceridad lleva a odiarnos un poco”.

En cuanto a que, si hay desmovilización de las dos grandes guerrillas, probablemente la gran mayoría de combatientes busquen otras toldas antes que abandonar la lucha armada, y que posiblemente sean recogidas por Megateo, baso mi predictibilidad en consideraciones propias de las matemáticas de la complejidad, ésta se ocupa de sistemas caóticos, es decir, de aquellos fenómenos cuyos resultados son inciertos; así que en un horizonte de probabilidades, dada una variable inicial basada en “negociar sin que nada cambie” el resultado más probable es el expuesto en el escrito. Un abrazo