jueves, 30 de enero de 2014

LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA Y LA DOMINACIÓN CULTURAL CAPITALISTA

Homar Garcés
 
 
Gran parte de los apologistas del capitalismo han supeditado el desarrollo económico, tecnológico, científico y social de nuestra América al tutelaje neocolonial o semicolonial del capitalismo estadounidense como fórmula única para alcanzar dicha meta. Sin embargo, tales apologistas obvian que el capitalismo implantado en estas naciones es un calco mal hecho, una caricatura del capitalismo desarrollado por Europa y Estados Unidos; un capitalismo que se sustentó y expandió, por cierto, a costa de la expoliación de los recursos y de los pueblos del resto del mundo. Esto lo aceptan e interpretan -a su modo- como una necesidad histórica ineludible y hasta plausible que les permitiría a los países periféricos disfrutar de mejores estándares de vida material, aun cuando se mantengan intactas sus condiciones de dependencia respecto al mercado regido por las grandes corporaciones transnacionales. Tal posición supone, además, una resignación ante la auto-atribuida superioridad racial, religiosa, filosófica y científica proveniente de Europa y adoptada por Estados Unidos, a tal punto que ello ha tenido una incidencia importante en la psiquis de muchos gobernantes y gentes de África, Asia y nuestra América como reflejo de la dominación cultural del sistema capitalista, en lo que podríamos calificar de subjetividades controladas.

Por tal motivo, al plantearnos llevar a cabo una revolución socialista en cualquiera de nuestras naciones, hay que tener en cuenta que no basta con la implementación de medidas gubernamentales que amortigüen los efectos perniciosos del capitalismo, dándole un “rostro humano”, como suelen citar muchos reformistas, creyendo que así se acabarán eventualmente los múltiples problemas causados a la humanidad y a la Tierra por el capitalismo. De allí que sea requisito inexcusable de toda revolución socialista iniciar, simultáneamente, una revolución cultural que sustituya los paradigmas del capitalismo, esa lógica ideológica de la dominación imperial-colonialista que perdura todavía en algunas mentes (incluyendo a ciertos “revolucionarios”). En este caso, se impone la apertura de espacios al pluralismo y la diversidad étnico-cultural en correspondencia con la realidad hibridizada de nuestros pueblos, al mismo tiempo que se luche por despojar a cada uno de estos últimos de ese papel de consumidores y simples productores que les asignó el sistema capitalista desde hace siglos.

Así, a la hegemonía étnica, social y cultural instaurada a sangre y fuego por los conquistadores europeos, y continuada por el imperialismo yanqui desde casi el momento de independizarse nuestra América del yugo hispánico hay que oponerle otra que sea extraída de la historia de nuestros pueblos. Por lo tanto, la dominación cultural capitalista tendría que ser contrarrestada mediante una praxis transformadora que reivindique el derecho a existir de nuestros pueblos como pueblos soberanos, al reconocimiento pleno de su vasta dimensión creadora y re-creadora, y a sus más sentidas reivindicaciones históricas. Esto permitiría, a la larga, deslastrarse de la dominación cultural capitalista, creando una crisis de legitimidad de la misma que se pondría de manifiesto cuando los oprimidos y excluidos tomen plena conciencia de su situación actual y rompan el consenso logrado a través del tiempo por los sectores dominantes bajo el capitalismo, tomando -en consecuencia- conciencia para sí, produciéndose entonces la revolución socialista que estaríamos construyendo.-           
 

 

domingo, 26 de enero de 2014

La guerra no es como la pintan ellos

http://www.farc-ep.co/


Es abrumadora la cantidad de información divulgada por los medios en torno a los golpes que las fuerzas militares colombianas, guiadas por los asesores norteamericanos, propinan continuamente a distintas unidades guerrilleras, particularmente a las FARC, en desarrollo del conflicto armado interno. El Presidente Santos se ha dado a la tarea de notificar él mismo, con inocultable satisfacción personal, los éxitos de sus tropas, advirtiendo cada vez que la ofensiva decretada no va a detenerse, sino que antes bien, será profundizada y extendida, descartando por completo cualquier posibilidad de un cese el fuego bilateral, al que considera altamente inconveniente.

Se hace evidente así la intención gubernamental de presentar a la opinión nacional y mundial una guerrilla asediada y derrotada, a la que con todo derecho se cobrará en la Mesa su incapacidad militar y política, negando de plano sus aspiraciones e imponiendo las condiciones de rendición ampliamente promocionadas desde el anuncio mismo de las conversaciones. En parte para taparle la boca a Uribe y su séquito, y en parte para aliviar las inquietudes de los sectores propietarios de la tierra, la industria y las finanzas, así como a las transnacionales inversionistas frente al proceso de La Habana, Humberto de La Calle recién volvió a reiterar esa posición del gobierno nacional.

El Estado colombiano impone unas condiciones salvajes en la confrontación, absolutamente desproporcionadas con relación a las capacidades de su adversario, visibles ante todo el mundo, pero hábilmente presentadas como desarrollos normales de una guerra contra organizaciones capaces de cualquier cosa. La asimetría de fuerzas no pone de presente la fortaleza del Estado o su legitimidad, sino su enorme debilidad política y su falta de argumentos morales. Es increíble que cuando publicitan un número cada vez más reducido de guerrilleros desmoralizados a vencer, estén predicando y aplicando el incremento de sus tropas y recursos de todo orden a fin de lograr reducirlos. Tras los arrasadores bombardeos se oculta un angustioso desespero.

Es que la guerra real, no la de los boletines para la prensa y la televisión, no se está librando del modo como la pintan ellos. Hay que poner de presente que el ministerio de defensa ha asumido la posición de callar y ocultar los golpes propinados por la insurgencia a su aparato de muerte y terror. Los helicópteros, por ejemplo, se están cayendo por obra de accidentes y casualidades, cuando no se puede ocultar su caída, o sencillamente jamás son alcanzados por el fuego guerrillero. El pasado 22 de diciembre, en el área rural de Briceño, Antioquia, fue destruido por completo uno de ellos cuando se aprestaba a desembarcar tropas en operaciones ofensivas contra unidades del Bloque Iván Ríos.

Pese a que la respuesta defensiva tuvo lugar en el curso del cese el fuego unilateral, el Ejército, por temor a la divulgación del fracaso, se abstuvo de denunciar el hecho como una violación a la palabra empeñada por las FARC-EP, uno de sus recursos habituales de difamación. Igual podría decirse del aparato derribado el 9 de enero por unidades conjuntas de las FARC y el ELN en el área rural del municipio de Anorí, que el alto mando militar prefirió atribuir a cualquier otra causa para evitar que se conociera el desplome de su plan de desembarcos de tropas a distancia. Cada día es más claro que la apelación al recurso de los bombardeos masivos no obedece a otra causa que a la incapacidad del Ejército Nacional para golpear sobre el terreno a la insurgencia.

Evidencia de ello fue la explosión de un minado el 24 de diciembre, en el que cayó buena parte de los comandos que pretendían avanzar en secreto contra unidades de las FARC en el mismo municipio, hecho que obligó al mando de la Operación a ordenar que se recogieran en helicópteros todos los comandos de tropas especiales que buscaban sorprender a la guerrilla en Anorí, Briceño, Campamento y Tarazá. Tampoco es válido, como lo hace con pretensión el Presidente Santos, considerar que con los ataques aéreos como el realizado contra unidades farianas en zona rural de Murindó el pasado 15 de diciembre, donde a las tres de la madrugada fueron descargadas 24 bombas, con saldo de un guerrillero muerto, se esté propinando la estocada final a las FARC.

Ni siquiera cuando el saldo final ha resultado más trágico, como en Puerto Rondón el pasado 18 de enero, puede decirse que las naves o las tropas de asalto se la cobran fácil frente a una guerrilla a punto de rendirse. En ese bombardeo del que fueron víctimas a la media noche, los guerrilleros del Décimo Frente Guadalupe Salcedo Unda combatieron con sus fusiles desde tierra a la aviación, logrando impactar tres aeronaves y alcanzando varios de sus ocupantes. Se sabe de un helicóptero Bell con ocho disparos en su fuselaje que aterrizó de emergencia en Rondón con un capitán herido en el estómago y un soldado afectado en un brazo. Otro llegó a Arauca con dos soldados contraguerrillas muertos. La pelea, como se ve, es peleando, resistiendo y avanzando.

Los militares contaron dentro de los cadáveres el de Franklin, contra quien se dijo se había realizado la operación, pero su cuerpo no pudo ser encontrado ya que sobrevivió indemne. Como el de Edinson Romaña, de quien se aseguró, incluso varios días después, que había perecido en el bombardeo que sufrió su unidad en el Meta. Ese día, 4 de enero, acababa de retirarse del lugar el representante de Arroz PTC del Huila, quien en perfidia con el Ejército Nacional había acudido a negociar el pago de la ley OO2. Es obvio que llevaba el dispositivo localizador. Pese a los 5 aviones Kafir que se presentaron lanzando bombas de llovizna y a los inmediatos desembarcos de tropa en helicópteros, los combates se prolongaron por cuatro horas hasta las ocho de la noche.
Se conoció de tres helicópteros averiados durante ellos, así como de seis militares muertos y otros ocho heridos, resultados negativos que desde luego jamás se dan a conocer. Además, considerando que la confrontación no es puramente militar sino fundamentalmente política, la arremetida santista contra el movimiento popular, ampliamente denunciada durante los últimos días, con decenas de muertos, amenazados y perseguidos, habla también de un pueblo que manifiesta su inconformidad y se organiza para la lucha. Mucho se dijo sobre el crecimiento de las FARC en los años 90, pero poco se valoró la oleada de crímenes oficiales impunes contra la UP y el movimiento social. Ahora parecen empeñados en repetir lo sucedido en aquella trágica época.

Quizás no vaya y les resulte una consecuencia semejante. La violencia oficial siempre generará la lucha, así que para alcanzar la paz es requisito esencial poner fin a ella. Sólo así podrá conseguirse terminar con el conflicto. Lo demás es perdido.

Tomado rebelión. http://rebelion.org/noticia.php?id=179926 

miércoles, 22 de enero de 2014

¿En qué quedamos? ¿Las FARC-EP van ganando o perdiendo?

Análisis riguroso hecho por Antonio Gutiérrez sobre la capacidad militar y política actual de las FARC EP. Si las conversaciones no conducen a acuerdos, como las actuaciones del gobierno lo indican, la guerrilla está en capacidad de resistir (a la ofensiva) durante, por lo menos, otro medio siglo o hasta cuando la oligarquía entienda que es negociando como solucionamos el problema estructural socioeconómico que afronta nuestra sociedad.




Dos versiones totalmente contradictorias, al menos en apariencia, circulan respecto a la situación militar de las FARC-EP en Colombia. Por una parte, el santismo y sus patrones en Washington plantean que, debido a los bombardeos aéreos, la guerrilla campesina está diezmada, desarticulada, patas para arriba (como diría el artículo reciente del Washington Post); en pocas palabras, derrotada [1] . Politólogos que posan de expertos del conflicto, pero que son en realidad propagandistas de oficio del ejército, repiten continuamente el libreto escrito por los generales. Por el contrario, el sector uribista plantea que esa era la situación hasta el 2010: desde entonces el movimiento guerrillero se habría recuperado “milagrosamente” de su embestida casi mortal debido a la pusilanimidad de Santos y que hoy estaría, en palabras del delirante Rafael Guarín, "ganando la guerra" [2] . Todos los días manosean estadísticas que demostrarían la capacidad de los insurgentes de golpear duramente al ejército: desde hace algunos años el ejército termina con unas 2.500 bajas anuales y el número de ataques, acciones ofensivas y ataques a infraestructura van también en alza sistemática. Y mientras durante el gobierno de Uribe Vélez los cadáveres de guerrilleros eran exhibidos con placer sádico en los medios, ahora a través de las redes sociales comparten las imágenes de soldados y policías mutilados en medio de acciones bélicas.
¿En qué quedamos entonces? ¿Las FARC van ganando o perdiendo? El problema, realmente, está en la misma manera de plantear la pregunta, que refleja una visión errónea del conflicto, como si fuera un enfrentamiento entre ejércitos, dejando de lado la compleja dimensión social de éste, así como su naturaleza irregular. Ambas visiones, aparentemente opuestas, están también íntimamente unidas al derivar más de un afán propagandístico que de un análisis objetivo de los hechos. Pese a la obsesión colombiana por el pensamiento maniqueísta, polarizante, la realidad del conflicto es bastante más compleja como para ser reducida en la fórmula simplista de “ganar o perder”.

Algunas precisiones sobre el estado del conflicto hoy  
Primero que nada, el conflicto colombiano no se resuelve en lo militar: es de carácter político, profundamente arraigado en cuestiones económicas, sociales, estructurales de la realidad colombiana. Por lo mismo, su solución no pasa por el campo de lo militar como un fenómeno aislado, sino por procesos sociales, de cambios estructurales, que alteren las raíces de la violencia política. Eso es, en resumen, la solución política. Ahí se equivocan de medio a medio los uribistas cuando creen que la cifra de policías o soldados muertos, por sí solas, acercarían a las FARC-EP al triunfo en sus propios términos.
Segundo, porque el nuevo cambio de tendencia en la guerra se comenzó a experimentar desde el segundo semestre del 2008 en adelante, es decir, a mitad del segundo período de Uribe Vélez. Desde entonces las acciones militares de la insurgencia vienen en alza y son cada vez más letales sobre las fuerzas armadas, con un efecto devastador sobre ellas en muchas partes, desmoralizándolas, exasperándolas, frustrándolas e impulsándolas a la retaliación ciega contra la población civil. El cambio de tácticas ha incluido francotiradores y una auténtica revolución en los explosivos mediante la creación de unidades tácticas de combate, comandos de élite como los “pisa suaves” y una mayor flexibilidad organizativa [3] . El Estado puede golpear a los insurgentes sólo desde miles de metros de altura, mediante bombardeos aéreos, que reciben una impresionante cobertura mediática, a diferencia de la situación muchísimo menos favorable de los soldados de a pie.
La ineptitud de los analistas para entender la nueva realidad del conflicto se refleja claramente cuando el cambio de táctica lo entienden como una "muestra de debilidad" y no como una adaptación exitosa a la nueva realidad del combate, particularmente, al enorme poderío aéreo desarrollado en Colombia gracias a la injerencia y la “inteligencia militar” de los EEUU. En entrevista concedida a la revista Semana, Camilo Echandía, personaje muy vinculado al gobierno de Uribe Vélez, por ejemplo, plantea que con los atentados explosivos, los guerrilleros farianos “no están atacando a la policía por medio de incursiones a una población, con destacamentos de hombres que tengan capacidad de destruir el puesto y resistir la acción de la fuerza pública por un tiempo, como lo hicieron las FARC en muchas ocasiones en el pasado. Son acciones explosivas que ponen al descubierto la carencia de capacidad de acción militar y de control territorial [4] (opinión de la cual se hace eco el editorial del Espectador del 19 de enero) [5] . Precisamente el poderío aéreo y los modernos sistemas de inteligencia y satelitales de que dispone el Estado colombiano no permiten a los insurgentes grandes movilizaciones de tropas ni tomas guerrilleras de larga duración. Pero eso en una guerra irregular como ésta es irrelevante, pues la eficacia de la estrategia militar insurgente no se mide mediante ninguna de esas dos variables, sino por su capacidad de responder y golpear exitosamente al Estado y su patrocinador de Washington con sus propios medios artesanales.
La ilusión de la derrota militar de la insurgencia se cae por sí sola ante el peso de la evidencia, aún cuando las cifras oficiales estén claramente infladas –según el gobierno, habrían capturado más de 3.700 insurgentes en 2013, cifra a todas luces fantasiosa [6] . Como botón de muestra de la capacidad de golear de las FARC-EP, está la vergüenza que hicieron pasar a Santos en el norte del Cauca el 11 de Julio del 2012, al dejar en evidencia que no tiene el control de todo el territorio colombiano: tuvo que llegar a Toribío en helicóptero, pues todas las carreteras estaban tomadas por el 6º Frente de las FARC-EP, y dirigirse al país mientras silbaban balas por todas partes [7] . Tal vez esto no es exactamente una toma guerrillera, al estilo de Mitú, pero tampoco “fue el típico hostigamiento de dos o tres milicianos de civil que disparan un tiro o lanzan una pipeta y se camuflan en una casa. Fue un ataque protagonizado por grupos de guerrilleros uniformados que la fuerza pública no pudo repeler por tres días, ‘con 15 puntos de fuego’ contra el pueblo desde los cerros cercanos, según lo describió un oficial. Al menos uno de esos grupos, según los pobladores del lugar y varios militares que lo combatieron, tenía 30 integrantes.” [8] Este fue el contexto en el cual se dio paso, en unos meses, a las negociaciones de paz en La Habana.
El Estado, por el contrario, que ha buscado consolidarse militarmente en los territorios cuyo control ha arrebatado a la insurgencia, no consolida, es visto con recelo, desde hace un tiempo viene incluso perdiendo terreno ante el movimiento guerrillero que está hostigando constantemente. Es que en una guerra irregular como esta, la variable población/territorio, en relación a la cuestión del “control”, no es lineal.
Tercero, que pese a lo que plantean algunos analistas (que se basan exclusivamente en fuentes oficiales), las FARC-EP no está “patas para arriba” y descabezadas, como lo demuestra el reciente cese al fuego UNILATERAL decretado por los insurgentes por Navidad con el cual demostraron disciplina y control. El cese al fuego fue acatado a cabalidad, salvo algunas escaramuzas, pocas y sin mayor importancia, en su mayoría defensivas ante la demencial ofensiva militar [9] . Que lo hayan logrado mantener por un mes, con todo el rigor de la estrategia contrainsurgente colombiana redoblada, es algo asombroso. ¡Solamente León Valencia, funcionario oficioso al servicio del establecimiento, puede salir con el despropósito de recomendar a la insurgencia que decrete un cese al fuego (otra vez unilateral) todo este primer semestre de elecciones! [10] Una locura, si se toma en consideración la manera en que el gobierno reacciona a estos ceses al fuego. Para la insurgencia, hoy, abandonar la ofensiva militar donde la tienen y abandonar los hostigamientos donde no la tienen, sería una locura, sería pedirles que se dejen matar y bombardear de brazos cruzados. Valencia haría mejor, si realmente le importase la desgracia humana del conflicto con la cual se lucra como analista, en recomendar al gobierno de su amigo Santos negociar un cese al fuego bilateral.

Entonces, ¿en qué quedamos?  
  • Primero, en que las FARC-EP no sólo no están derrotadas sino que han absorbido las lecciones de casi 15 años de Plan Colombia, y han adaptado exitosamente su estrategia al nuevo escenario de guerra. Las negociaciones con las FARC-EP, contrariamente a lo que plantea el mismo Santos, no son muestra de debilidad sino todo lo contrario. Nadie negocia con una guerrilla derrotada militar o políticamente. Si no, ¿por qué el Estado ignora negociar con el EPL? Ese movimiento guerrillero sí que está diezmado aunque en el Catatumbo ha constituido un importante bastión. Si el gobierno negociara con guerrillas debilitadas, habría partido negociando con ellos.
  • Segundo, que el conflicto no es sólo militar, sino social y armado. Por lo mismo, la apuesta revolucionaria de las FARC-EP va mucho más allá de lo que ocurre en el campo de batalla y el conflicto mismo es mucho más dinámico y complejo que las insurgencias alzadas en armas (FARC-EP, ELN, EPL). No puede analizarse de manera unidimensional el éxito de la insurgencia, como si una derrota militar fuera, mecánicamente, una derrota política o viceversa. El actual momento demuestra que las FARC-EP no han sido derrotadas ni en lo militar ni en lo político, y que ambos componentes deben ser entendidos dialécticamente. Mientras el gobierno se limita a rechazar las propuestas del movimiento guerrillero en la mesa de negociaciones, son los supuestos "narco-terroristas", los "bandidos sin ideología" los que han desarrollado toda una serie de propuestas que demuestran que tienen una visión de una Colombia alternativa y una capacidad importante para hablar al país. Lo que buscan es que el otro país, el que vive más allá de las comunidades, resguardos, zonas de colonización, del mundo rural, los escuche. Nada de esto se resuelve con las armas.

La pregunta de si las FARC-EP ganan o pierden en lo militar está, de entrada, mal formulada. Solamente tiene sentido desde la perspectiva de aquéllos que, sin nunca haber puesto a uno de los suyos en la línea de combate, se lucran del conflicto y se benefician con una guerra sucia declarada contra el conjunto del pueblo.


NOTAS:
[4] http://www.semana.com/nacion/articulo/atentado-de-las-farc-en-pradera/371046-3 Esta entrevista es a raíz del atentado de Pradera, atribuido, sin pruebas a las FARC-EP. Sobre el particular, puede revisarse un artículo previo en el que se cuestiona la adjudicación inequívoca al movimiento guerrillero de este atentado en base a las amenazas paramilitares sobre personas de la comunidad esa misma semana, http://anarkismo.net/article/26636
[5] Insistiendo (sin pruebas ni investigaciones periodísticas) que el atentado de Pradera fue obra de las FARC-EP, repiten las opiniones de Echandía, insistiendo en “la falta de capacidad de la guerrilla para acometer las acciones que antes hacía con más facilidad: invadir pueblos, tomárselos a la brava, ganarle en número y en capacidad militar a la fuerza del Estado. No es así hoy: ponen una bomba cerca de una estación de Policía a ver qué pasa. Sí, es claro, las Farc están disminuidas en número y potencia.” http://www.elespectador.com/opinion/editorial/claridad-articulo-469432
[10] http://www.semana.com/opinion/articulo/leon-valencia-de-la-guerra-la-tregua-los-atentados/371162-3


(*) José Antonio Gutiérrez D. es militante libertario residente en Irlanda, donde participa en los movimientos de solidaridad con América Latina y Colombia, colaborador de la revista CEPA (Colombia) y El Ciudadano (Chile), así como del sitio web internacional www.anarkismo.net. Autor de "Problemas e Possibilidades do Anarquismo" (en portugués, Faisca ed., 2011) y coordinador del libro "Orígenes Libertarios del Primero de Mayo en América Latina" (Quimantú ed. 2010).

martes, 14 de enero de 2014

“Es en Washington donde se decide si Bogotá adelanta y firma un tratado de paz”

Entrevista al escritor colombiano y colaborador de Le Monde Diplomatique



Por Patricia Rivas para Rebelion.org

Hernando Calvo Ospina es un reconocido periodista de investigación, colaborador de Le Monde diplomatique, refugiado político en Francia. Su último libro Calla y respira, es un relato autobiográfico que en un año ha sido editado en cinco idiomas. Conversamos con Hernando sobre algunos de los interrogantes que planean sobre el conflicto social y armado colombiano y la posibilidad de paz, las conversaciones de La Habana entre el gobierno y las FARC y algún que otro “chisme”...
FOTO: U.ARANZADI
Patricia Rivas. Llama la atención el nulo peso de la Unión Europea en las negociaciones de paz de la Habana...
Hernando Calvo Ospina. Dos importantes funcionarios de dos países europeos me dijeron lo mismo: América Latina es territorio de Estados Unidos. Nosotros podríamos acompañar, pero es Estados Unidos quien decide allá. Si fuera en África o Medio Oriente, quizás podríamos tener peso en una negociación.
Lo que sí hacen los países de la Unión Europea es seguir los designios de Estados Unidos. Por tanto le colaboran en lo que puedan, principalmente entregándole buena parte de la información que logran sus servicios de inteligencia. Además de vigilar a los residentes colombianos que viven en estos países, opositores al gobierno colombiano, bajo el pretexto de ser militantes o simpatizantes de una organización “terrorista”. Y si el país europeo tiene vínculos económicos con Colombia, pues mucho más.
PR. ¿Qué papel está teniendo Washington en las negociaciones de paz?
HC. En febrero del 2012 fui contactado por un alto responsable del Departamento de Estado, con el que ya me había reunido antes... Si, ¡aunque desde el 2009 me tienen en la lista de personas “peligrosas” para la seguridad de su nación! Me dijo que me llamaba a nombre de su oficina y del presidente Santos. La mezcla no se me hizo para nada extraña. Ante mi pregunta, me precisó que quería charlar sobre la paz en Colombia.
Entre vino y vino, fui concluyendo que las FARC y el gobierno colombiano estaban preparando negociaciones en la total reserva, algo que se hizo público en septiembre, luego de que el ex presidente Álvaro Uribe lo “denunciara”. Yo solo vine a tocar el tema once meses después (1).
PR. ¿De qué hablaron en esa reunión, si se puede saber?
HCO. La mitad fue sobre Colombia y el resto sobre Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia. ¿Es curioso que le interesaran estos últimos cuatro países? Pues no. Ellos, a ojos de Washington, son la cabeza de rebeldes en el continente. En las cuatro ocasiones que me encontré con funcionarios del Departamento de Estado siempre encaminaron la charla hacia estos países. Y casualidad: los dos funcionarios europeos que mencioné antes, también quisieron charlar sobre ellos.
Ahora, el estadounidense quería saber lo que yo opinaba sobre una negociación con las guerrillas. Ellos conocen, como lo saben mis lectores y el gato del vecino, que por mi trabajo periodístico conozco a varios mandos de las FARC y del ELN. Y a unos desde hace 30 años. Fue una conversación que puede parecer anodina, pero que al ser con ellos no lo es: siempre tienen un objetivo muy determinado.
Casi al final me preguntó si yo quería enviarle un mensaje al presidente Santos. Le respondí que no, pero sí quería hacerle llegar una pregunta: ¿por qué cuando fue ministro de Defensa dijo en un coctel, donde habían varios ciudadanos franceses, que él quería mi cabeza? Debió ser cosa de los tragos. Puede ser que se le olvidó que yo tengo protección del gobierno francés, de Naciones Unidas, pero, sobre todo, el cariño y reconocimiento de muchas personas en el mundo.
PR. ¿Qué quiere decir que el ministro de Defensa pidió su cabeza? ¿Cree que querían asesinarle?
Lo que sé, por fuentes de absoluta confianza, es que ese gobierno intentó pedir mi extradición basado en los famosos computadores de Raúl Reyes. Sí, en ellos se me menciona como cinco veces. Pero en cada una de ellas se me trata de “periodista”, y con nombre propio (2). Es que yo iba con un equipo de la televisión francesa para entrevistar a Reyes. La cita iba a ser el 2 de marzo 2008. Pero un día antes asesinaron al dirigente guerrillero en un bombardeo sobre territorio ecuatoriano. Creo que con ese intento de pedir mi extradición, hicieron quedar en ridículo a la justicia colombiana.
A pesar de ello quisiera entrevistar al presidente Santos sobre este tema. Pero, en especial, para que cuente hasta dónde es honesto con el proceso de paz, y qué planes tiene para sacar de la pobreza a la mayoría de colombianos.
Al funcionario estadounidense sí le di un mensaje a llevar, pero no a Santos sino al presidente Obama: Que ordene detener la guerra y el terrorismo de Estado contra el pueblo colombiano.
Porque, siendo realista y pragmático, es en Washington donde se decide si el gobierno en Bogotá adelanta y firma un tratado de paz. Si le conviene a sus intereses económicos y geoestratégicos, lo ordenará a Bogotá.
Este funcionario estadounidense también me contó que con Santos tenían muchas más afinidades políticas y de intereses que con Uribe. Ante lo que respondí: “¡Entonces ahora ustedes andarán desnudos por la casa presidencial, pues con Uribe se paseaban en chores!”
PR. No parece usted muy optimista sobre las conversaciones de paz...
HCO. Hasta el momento yo no veo que los gobiernos de Washington y Bogotá estén decididos a que llegue una paz a Colombia con justicia social. Quieren un proceso como se hizo en El Salvador, donde se detuvo la guerra política, se silenciaron los fusiles, pero la guerra social que llegó ha producido el doble de muertes y hambre, porque las estructuras de la desigualdad económica no cambiaron. Después de 20 años siguen intactas. Claro, se pudo participar en política sin el temor de ser asesinado por ser opositor de izquierda.
PR. ¿Qué pasos por parte de Washington harían que la apuesta por la paz fuera seria?
HCO. Para mí dos signos deben existir para que yo crea que el gobierno estadounidense, y el de Colombia, sí desean la paz. Uno, que se detenga la estigmatización política contra la oposición. La intransigencia política es el principal enemigo de la paz en Colombia. Y no sólo de la paz: del desarrollo efectivo de la nación.
Es mi punto de vista como observador que ve a Colombia desde fuera. Que escucha y lee lo que se dice de ella. Que, como muchas personas, me asombro de la intransigencia de esa oligarquía, caso exclusivo en el mundo. Una oligarquía enferma por el poder.
Y dos, que se envíe al ex presidente Álvaro Uribe a las cortes para que responda por crímenes de Lesa Humanidad, genocidio, paramilitarismo y narcotráfico. Lo del ex presidente Uribe es un caso extremo de impunidad, como muy pocos en este universo.
Pero claro, en Washington existen fuertes intereses que se oponen a la paz, como son las empresas de armamento y de tecnología para la guerra. Y Uribe regaló tanto de la soberanía a Estados Unidos, que de alguna manera tienen que agradecerle. Aunque Uribe debería tener cuidado porque Washington no tiene amigos, tiene intereses.
PR. ¿Hasta qué punto Washington está presente en la Mesa de La Habana?
HCO. Es de suponer que los negociadores de las FARC lo saben. Si yo lo sé es porque lo saben muchos. Varios de los negociadores del gobierno llevan relojes, bolígrafos, maletines u otros instrumentos para filmar y grabar todo lo que se conversa en la mesa de negociaciones en La Habana. Esa información, que no debería salir de ahí en esa forma, parte hacia bases estadounidenses para ser procesada. Después se comparte con el equipo especial en Bogotá que sigue las negociaciones.
No sólo se analiza cada frase y palabra de los negociadores de las FARC, sino cada timbre de voz, actitudes del rostro y sus manos. Después llega el asesoramiento de cómo negociar o dirigirse a cada miembro del equipo guerrillero para desestabilizarlo o acercarlo.
PR. Como sea, las conversaciones de paz han logrado avances significativos...
HCO. Me parece que la tecnología y los asesores no le han servido mucho al gobierno colombiano y a su delegación, visto lo obtenido por los guerrilleros.
Los guerrilleros han demostrado capacidad para negociar. Bueno, es que, ante todo, tienen la razón de su parte.
Por eso sería de admirar a los negociadores del gobierno, pues deben parecer malabaristas al defender lo indefendible. Ellos defienden, sin ser oligarcas, los intereses de la oligarquía colombiana y de las transnacionales estadounidenses. Esa es su realidad. Sus argumentos deben ser muy limitados.
PR. En apenas un año, van 25 miembros de Marcha Patriótica y 26 sindicalistas de la CUT asesinados, además de los más de 9.500 presos políticos en las cárceles colombianas, cuyo número no deja de aumentar...
HCO. Se pueden firmar todos los acuerdos que quieran sobre la reforma agraria, la educación, la salud, la participación política. Todo lo que quieran. Pero mientras la oligarquía colombiana no detenga su intransigencia política, ningún acuerdo servirá. La paz del sepulcro no le sirve al campesino que reciba un título de propiedad. Tampoco al pueblo donde construya un centro médico en medio de discursos de paz, si al otro día van los paramilitares y acaban con los habitantes. ¿De qué servirá lo firmado si los negociadores serán asesinados cuando quieran hacer política legal y publica?
En la mesa de negociaciones ya se llegó a un acuerdo sobre participación política, y, ¿qué ha pasado desde entonces? Los hechos demuestran que el gobierno, las FFAA y sus paramilitares no se han dado cuenta. Lea las cifras de asesinados que usted acaba de dar. La represión a la protesta popular no se detiene un milímetro. Entonces ¿cómo se van a implementar los acuerdos sociales y económicos que se logren en la mesa de negociaciones?
PR. ¿Por qué esa violencia política en Colombia de tantas décadas? ¿Por qué las peores dictaduras en el mundo han dado paso a ciertos espacios democráticos, y en Colombia no?
HCO. Mi respuesta siempre es la misma: estoy buscando qué tipo de genes tiene incubados esa oligarquía. No conozco ninguna otra tan violenta. Han sabido esconder que el Estado colombiano es una dictadura “democrática”. Porque en Colombia se instauró la Doctrina de la Seguridad Nacional como en ninguna dictadura en América Latina, dictada por Estados Unidos en 1962 para combatir al “enemigo interno. Las dictaduras se fueron, llegaron gobiernos que dieron cierta amplitud democrática, y en Colombia nada varió. Todo lo contrario. Estados Unidos tiene muchísima responsabilidad en ello, porque ha impulsado, alcahueteado y asesorado la criminalidad estatal. La historia no miente. Solo hay que conocerla (3).
PR. ¿Por qué cree que hasta el momento no se ha incorporado al ELN de una forma seria a las negociaciones?
HCO. Quizás se deba a dos cosas. Una, porque jugaron a dividir y confrontar al ELN con las FARC. Creyeron que las FARC asumiría una posición prepotente ante el ELN. Ha resultado todo lo contrario, y la unidad entre esas dos organizaciones va en aumento. El encuentro a mediados del año pasado de los dos máximos comandantes del ELN y las FARC, Nicolás Rodríguez (Gabino) con Timoleón Jiménez; el freno a enfrentamientos que a veces se daba entre ellas; los posteriores comunicados y operativos militares conjuntos, es una demostración de la unidad.
Y dos, porque el gobierno quiere hacer creer que el ELN no es contrincante ni militar ni políticamente. Quiere esconder que esta guerrilla tiene una importante presencia en regiones de gran estrategia política y económica.
No quiero dejar de mencionar que la reunión de Gabino y Timoleón debió ser un duro golpe al orgullo de los servicios de inteligencia colombianos. Aunque fundamentalmente lo debió ser para la CIA estadounidense por ser la que maneja las principales técnicas e instrumentos de espionaje, y coordina a los servicios colombianos (con el apoyo del MOSSAD israelí). Debe darles vergüenza que se engullan tantos miles de millones de dólares, y no hayan detectado el movimiento de estos dos hombres tan buscados. Y supongo que ambos tuvieron que moverse muchos kilómetros para encontrarse (4).
PR. ¿Qué pasó tras la desmovilización del M-19? ¿Por qué no se dieron cambios socioeconómicos  y la represión continuó rampante?
HCO. Aquí vale la pena recordar algunos “detalles”. Los dirigentes del M-19 no negociaron su desmovilización: la regalaron y ellos se vendieron al sistema. Esto sucedió en Panamá. Ellos, Navarro Wolf, Petro, y Evert Bustamante, por ejemplo, saben de qué hablo. A ninguno de esos dirigentes le importó la suerte de sus bases.
Los dirigentes del M-19 son el caso más conocido de entreguismo y abandono a sus bases e ideales altruistas. Pero existen otros. Tenemos al EPL. La mayoría de los dirigentes del Ejército Popular de Liberación, que al entregarse se transformaron en Esperanza, Paz y Libertad, se fueron directamente a trabajar para las Fuerzas Armadas o sus grupos narco-paramilitares.
¿En qué quedó la desmovilización y entrega de armas del Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT; del grupo indígena Quintín Lame; del sector que rompió con el ELN? En nada para sus bases, que fueron las que pusieron los muertos, desaparecidos y torturados. Claro, para la mayoría de sus dirigentes la vida cambió al venderse por una moneda de cobre al sistema: Casi todos tienen de qué vivir, no pocos tienen ONGs para “analizar” el conflicto o para “ayudar” a los reinsertados. O cualquier otro invento para vivir bien.
¿Qué trabajo organizativo popular hacen esos dirigentes hoy? Ninguno que sea alternativo y de beneficio real para las mayorías. Son politiqueros, clientelistas.
PR. ¿Cómo evitar que pase con unas FARC o el ELN desmovilizadas, como pasó con las anteriores? 
HCO. Creo que eso le tocará responderlo a la conciencia social y revolucionaria de las dirigencias cuando llegue el momento. Será ahí que se sabrá si fueron verdad los ideales que tienen hoy por una Nueva Colombia para todos, en particular para los pobres.
Notas:
  1. “Conversando con las FARC en La Habana.” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161897
  2. El gobierno colombiano, por intermedio de una organización inglesa, hizo públicos los archivos presuntamente contenidos en esos computadores.
  3. Hernando Calvo Ospina. Colombia, laboratorio de embrujos. Democracia y terrorismo de Estado. Ed. Foca. Madrid, 2008.
  4. Ver el reportaje publicado por el Washington Post y traducido por Rebelión el 23 de diciembre de 2013, "Destapan multimillonario plan de la CIA para asesinar a dirigentes de la insurgencia":http://rebelion.org/noticia.php?id=178552
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

lunes, 13 de enero de 2014

Los vándalos en el poder en América

Libardo Sánchez Gómez

Desde México hasta la Patagonia existe una variopinta gama de  castas  en el  poder  débiles democráticamente e incompetentes, muchas de las cuales se comportan   como verdaderos vándalos. El  grueso de países, exceptuando los considerados progresistas,  en términos del comandante eterno Hugo Chávez,   se comportan  como cachorros del imperio.  En  Colombia,  los vándalos en el poder para mantenerlo dependen enteramente del apoyo imperial;  razón por la cual le cedieron  la soberanía  de manera absoluta. Estas castas    se distinguen por ser  depredadores de la naturaleza y de la conciencia de sus pueblos.   La desigualdad y exclusión social en américa incluidos los EEUU son aterradoras, aunque se maquille la realidad con métodos de medición mentirosos, la  pobreza ronda al 70% de la población; el mismo presidente Obama recientemente reconoció: “En la nación más rica de la Tierra, hay demasiados niños que nacen en la pobreza, muy pocos tienen una oportunidad justa para escapar de ella”. Lo peor de todo es que jamás podrán superar la pandémica pobreza ni la penetrante desigualdad social, pues para hacerlo recurren a las mismas medidas que la originan y reproducen: capitalismo, es decir, más acumulación y, por tanto,  desigualdad social

En las naciones Latinoamericanas, también, como denominador común,   resalta su falta de diversificación productiva, la actividad económica  es principalmente de tipo   extractivista (minerales y petróleo) así que sus fuentes de ingresos dependen principalmente  de las exportaciones de Commodities,  bienes primarios negociados a futuro con escasa incorporación de Valor Agregado Manufacturero (VAM), con destino en alto porcentaje a la metrópoli imperial.  Sus débiles economías son altamente vulnerables a la volatilidad de los precios de las materias primas lo que los deja atrapados para siempre en la llamada “trampa del ingreso medio”  de la que hablara Humberto Campodónico; entonces, ya no son ni serán países subdesarrollados pero tampoco desarrollados.

  Por otro lado, en Latinoamérica se ha conformado un naciente grupo de naciones denominadas progresistas entre ellas  sobresalen Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y, recientemente,  Cuba, que  de ser el único país en América proclamado socialista viene haciendo ingentes esfuerzos para virar de la “dictadura del proletariado” a la dictadura del  “odiado” capital.  Un  factor común para destacar es que en estos países   los jefes de estado han salido de las entrañas populares  y se han declarado  antiimperialistas   nacionalistas, por lo menos en cuanto tiene que ver con el petróleo. También se distinguen por sus políticas  de tipo asistencialista, con las cuales en vez de solucionar la grave problemática mediante el desarrollo de proyectos se han ido creando  claras situaciones de dependencia de los individuos o grupos sociales que los reciben, sin que realmente se promueva la dignidad y el mejoramiento de la situación socioeconómica de las personas;   en un contrasentido las personas    se van “aburguesando” de manera alienante.  Para la investigadora Marina Montoya –UNMSM, dejando parcialmente de lado al grupo progresista,  “…los programas sociales históricamente han buscado solo aliviar la crisis social. Los diferentes gobiernos representantes de los intereses de las clases dominantes han soñado siempre con una paz social en la que los trabajadores y el pueblo acepten mansamente ser lanzados a la miseria y para ello han terminado siempre por perseguir la actividad sindical, declararla fuera de la ley y negarle representatividad o legitimidad lo que ha provocado la muerte de trabajadores y dirigentes populares”.

Definitivamente el asistencialismo funciona como un paliativo, que colabora con la perpetuación del sistema injusto de dominación. No obstante, hay que reconocer que las ayudas a los más vulnerables han sido fundamentales para atenuar su desgracia.  Claro que el asistencialismo no sólo va dirigido a los pobres, pues ante las amenazas de quiebra de sectores económicos poderosos, principalmente el financiero, los distintos regímenes, para ponerlos a flote, les asisten con cuantiosas cifras, colaborando, a su vez, con la perpetuación de las estructuras desiguales. 

En Cuba se ha implantado  la denominada Renta Básica (libreta de abastecimiento o canasta alimentaria) como un derecho ciudadano.  Para lograrlo la nación caribeña ha realizado esfuerzos ingentes,  “(…) Los índices de gasto público en seguridad social, sanidad y educación, así como sus resultados, en nada tienen que envidiar al de los países más ricos” (José Iglesias Fernández) Y, según el propio Iglesias, “Esta canasta y, sobretodo, los precios a los que se cobran sus productos van dirigidos a asegurar que prácticamente ninguna persona carezca de los alimentos necesarios para una alimentación  básica”. La aludida   medida no funciona en ningún otro país de América y, tal vez, en ninguno a nivel mundial, excepto en Corea del Norte.    Dicha Renta Básica o canasta alimentaria debería ser implementada en todo el planeta. Ojalá el nuevo ingreso de Cuba al viejo club capitalista no termine con esta iniciativa humanitaria propia de un verdadero Estado de bienestar. No olvidar que en el mundo  hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos lo que no hay tanto  es para colmar la avaricia de unos pocos.


Hay que mencionar dos países suramericanos que, dentro del concierto de naciones,  se comportan como rara  avis, pues  sus mandatarios son declarados socialistas, pero sus medidas económicas y políticas buscan profundizar el modelo neoliberal, hablamos de Chile y Uruguay; Pepe Mújica presidente de Uruguay viste y habla como proletario, pero actúa como cachorrillo del imperio; incluso se jacta de que la esposa  del embajador de EEUU prepara ”platillos deliciosos” en su humilde cocina; es tan grande su alejamiento de la causa revolucionaria  que   ni siquiera  les concede una entrevista a sus antiguos camaradas de lucha guerrillera. Su pasado en la lucha armada es considerado como un “pecadillo de la juventud”, pagado con catorce años de cárcel.    En cuanto a Chile su presidenta Bachellet está alistando maletas para asistir a la cumbre de la Alianza del Pacífico,  bloque integrado por México, Colombia, Chile y Perú;  grupo que responde a los intereses geoestratégicos de dominación global USA, ideado por el Departamento de defensa estadounidense, para hacerle contrapeso a la CELAC, al ALBA y al MERCOSUR.

Argentina y Brasil, principalmente el segundo,  parece que han escapado a la aludida trampa de los ingresos medios, sin embargo, sus economías dependen altamente de la exportación de bienes primarios   como minerales, productos forestales,   ganadería y   productos agrícolas,     cuya “proximidad para el avance”, según Campodónico, “es mucho menor a la de los productos metal mecánicos, químicos y la maquinaria y equipo”.  Brasil, considerado la quinta potencia económica mundial,    gobernado por Dilma Rousseff de la cuerda progresista de Inazio Lula Da silva, es mantenido por parte de Estados Unidos    bajo constante  espionaje diplomático y económico.

Retomando lo señalado por la investigadora Marina Montoya, en Colombia los vándalos en el poder son  los más sanguinarios de América, no tienen miramiento alguno a la hora de deshacerse de quien amenace sus intereses; eliminaron a cerca de diez mil miembros del partido político La Unión Patriótica,   y ahora la emprendieron contra el movimiento Marcha Patriótica, hace unos días asesinaron a otro de sus miembros y detuvieron al docente universitario Francisco Tolosa, acusándole de  terrorista y guerrillero de las FARC. Pero algo inaceptable es lo que están haciendo con los movimientos campesinos, que amenazan con aguarle la reelección al oligarca criollo Juan Manuel Santos;  primero descabezaron al movimiento agrario del Catatumbo enviando a la cárcel a su líder Hubert Ballesteros, acusándole de lo mismo  de siempre: terrorista y miembro de las FARC; y mantienen bajo acoso permanente a los miembros de la Mesa Agraria y Popular  de Interlocución y Acuerdo MIA (principal organizadora del reciente Paro Nacional Agropecuario)    estos son víctimas de amenazas contra sus vidas y asfixiante seguimiento por parte de los órganos de “seguridad estatal”. Y para demostrar   que no perdonan a quien amenace sus privilegios asesinaron a Giovany Leiton, líder indígena y comunal de San José del Palmar, perteneciente a la Mesa  MIA, éste fue asesinado el 4 de enero junto a su compañera sentimental en el departamento de Choco.    El  cantor Julián Conrado, recientemente incorporado a la mesa de conversaciones de Paz en la Habana,  sintetiza en  un verso la manera como las oligarquías criollas ejecutan su  idea de democracia: “encarcelan, asesinan y dan tiro de gracia”.



Los vándalos en el poder van dejando pocas opciones a los pueblos para superar la grave problemática socioeconómica creada por ellos, obligándoles a buscar “salidas de  esquina" o sea todo o nada: liberación o muerte, dicho de otro modo, la lucha armada.  Al respecto   los zapatistas del EZLN señalan, “(…) pues nosotros los zapatistas del EZLN nos levantamos en armas en enero de 1994 porque vimos que ya está bueno de tantas maldades que hacen los poderosos, que sólo nos humillan, nos roban, nos encarcelan y nos matan, y nada que nadie dice ni hace nada. Por eso nosotros dijimos que “¡Ya Basta!”. Y en Colombia cuatro movimientos guerrilleros FRAC EP, ELN, EPL y reductos del M-19, resisten a la opresión por más de cincuenta años.  Las negociaciones de paz en La Habana han dejado en claro que en Colombia no es posible la solución política al conflicto social, y esto se debe a que los vándalos en el poder no quieren ni pueden comprometer cambios estructurales al modelo socioeconómico, pues afectarían los intereses de dominación global de sus amos del Norte. 


viernes, 10 de enero de 2014

El Ejército de Colombia, un peón en el ajedrez de la CIA.

Ante la entrega de la soberanía al imperio habrá que preguntar si la paz debe ser negociada directamente con el Departamento de defensa de EEUU.

Pablo Catatumbo
http://pazfarc-ep.org


En las últimas semanas la opinión pública ha conocido importantes revelaciones de medios internacionales sobre la injerencia directa de la comunidad de inteligencia del gobierno de los Estados Unidos en nuestros asuntos internos, con gravísimas repercusiones dentro del marco de las relaciones del gobierno colombiano con países vecinos, así como en el desarrollo del conflicto social y armado que vive Colombia.

Confirman estos documentos la gran cantidad de pronunciamientos de las FARC-EP respecto a la transnacionalización del conflicto colombiano y la creciente dependencia y servilismo de las fuerzas armadas del Estado colombiano al aparato militar estadounidense.

Cuando señalamos y denunciamos este hecho hace ya unos cuantos años, fuimos tachados de fantasiosos, de exagerados y hasta de dinosaurios: el discurso antiimperialista - recalcaban algunos - es algo caduco y sin asidero en el mundo actual.

Pero ahora la cruda realidad nos ratifica y vuelve a poner las cosas en su medida objetiva: el aparato militar colombiano no es más que un engranaje dentro de la maquinaria de guerra de los EE.UU, demostrándose que la insurgencia colombiana no combate simplemente a un enemigo local, sino al imperialismo más poderoso que haya existido sobre la faz de la tierra.
En este sentido es justo y necesario resaltar un elemento central de las revelaciones en mención. La forma cómo se implementó la tecnología que permite la realización de bombardeos aéreos georeferenciados a campamentos de las FARC-EP, utilizando tecnología de última generación, contra guerrilleros sin ninguna posibilidad de respuesta o de defensa.

Se hace mención al papel rector de la embajada estadounidense en Bogotá dentro de todo este proceso, así como la compleja actividad de la comunidad de inteligencia del mismo país dentro del territorio colombiano.

Pero lo más indignante de las revelaciones es que una vez implementada la tecnología de la que hablamos, la CIA se atribuyó el monopolio del conocimiento de los mecanismos de encriptación de las bombas, y el gobierno colombiano, sumiso, aceptó, ocultando esa decisión al pueblo colombiano. En lenguaje sencillo, esto quiere decir que los bombardeos solo podían realizarse si había expresa autorización de la Agencia Central de Inteligencia, CIA.

Lo denunciado por el Washington Post, da cuenta del fehaciente carácter dependiente de un ejército mercenario que, cada vez más, pierde su carácter nacional y asume un papel de lacayo y de peón de ajedrez en el marco del plan de dominación del Imperio.

Entregar el mando de las operaciones militares a un ejército extranjero y ocultárselo al país durante años, es un delito de Lesa Patria, es una infamia que mancilla nuestra soberanía e independencia y constituye delito de traición a la patria.

Ni siquiera Chiang Kai- shek, un presidente títere de la llamada China nacionalista, aceptó la entrega del monopolio de la dirección de sus tropas en plena guerra contra el Japón, cuando en el verano de 1944 el presidente de los E.U. Franklin Delano Roosevelt le solicitó el traspaso del mando de sus tropas al general Stilwell, con el argumento de que los Estados Unidos estaban abasteciéndolos. La respuesta de Chiang Kai-Shek fue la expulsión y la solicitud de retorno a Washington del general Stilwell.

Bajo esa directa injerencia extranjera, murieron heroicamente nuestros camaradas Raúl Reyes, Jorge Briceño, Martín Caballero, Acacio Medina y decenas de otros guerrilleros mártires de la lucha antiimperialista.

Ninguna de estas victorias militares del enemigo son victorias del ejército colombiano. Son mérito del andamiaje militar del imperialismo estadounidense, que es el enemigo que combatimos esforzadamente todos los días.

Falazmente, el régimen ha construido una matriz mediática basada en una espectacularidad, que en nada se corresponde con el derecho de gentes, y en una falsa gloria que ni es propia, ni es muestra de audacia, mucho menos de capacidad militar.

Todo esto se ha hecho público en momentos en que las FARC EP desarrollamos conversaciones de paz con el gobierno de Colombia. Que aún así, mantengamos en alto nuestro compromiso con la paz y la búsqueda de una salida política civilizada al conflicto, es señal de nuestra sinceridad y altura como revolucionarios.

Paralelo a esto, casi desde el inicio mismo de los diálogos, y haciendo uso de “malwares” de última generación, (programas de intoxicación informática e introducción de virus), se iniciaron operaciones encubiertas buscando infectar las computadores de contactos electrónicos de las FARC-EP, para llevar a cabo operaciones de control e identificación, al tiempo que se adelantaban intensivas operaciones de desinformación y de desprestigio en contra de integrantes de nuestra Delegación en la Habana, utilizando correos masivos, cuentas falsas en las redes sociales y la resonancia cómplice de algunos medios de comunicación.

De la misma manera, se han repetido sucesivos ataques contra los servidores de las páginas web farianas, tanto de la página oficial de la Delegación como contra la de la Delegación de Paz. La cuenta oficial de la Delegación de las FARC en Facebook ha tenido que ser cambiada en varias ocasiones pues el sabotaje impide su correcto funcionamiento.

A lo anterior, hay que sumarle numerosas acciones de abierto boicot al proceso de paz. La revelación que hiciera el Coronel Orozco, del Ejército, a Álvaro Uribe, de las coordenadas de extracción de los comandantes Sergio Ibañez y Laura Villa, es una de ellas.

Igualmente ha ocurrido con varias tergiversaciones a algunos comunicados y algunas entrevistas dadas por los integrantes de nuestra Delegación de Paz a las que se suman sucesivas campañas “anónimas” que logran amplia repercusión en los medios, retomando temas trillados, como la presunta vida burguesa de la Delegación de Paz en La Habana, la campaña de desprestigio contra Santrich y Alexandra Nariño, la foto de Iván en una moto Harley Davinson como si eso fuera un delito, las fotos del Catamarán, o de Ricardo Téllez en la Habana, supuestos escándalos sexuales por parte de integrantes de esta delegación, o su vinculación con la minería ilegal sin fundamento alguno y el fraudulento link de la revista Semana presentando a Laura Villa como ex guerrillera.

Cabe preguntarse: ¿Quién puede estar detrás de todo esto?
La más reciente de ellas, da luz sobre el origen de estas campañas de sabotaje contra la paz que ansía nuestro pueblo. Nos referimos a la campaña iniciada desde la red de emisoras del Ejército Nacional, tergiversando las declaraciones del comandante Pablo Catatumbo, integrante del Secretariado de las FARC-EP, en una entrevista con la periodista Natalia Orozco.

Desde las emisoras del Ejército y la página web de la Tercera División se falsea el contenido de sus declaraciones y se le presenta como si se tratara de un ex guerrillero desmovilizado que disfruta de privilegios desde La Habana, Cuba. Se trata pues, de la corroboración del papel del Ministerio de Defensa detrás de toda este andamiaje mediático. Lo que nos lleva a la siguiente reflexión:
¿Está el Ministerio de Defensa por fuera del engranaje del gobierno Santos, cuya bandera de campaña es que la paz dialogada es posible? ¿Es el Ministro de guerra Pinzón y los suyos un islote reaccionario?
O, por el contrario, la apuesta del régimen sigue siendo la de seguir recurriendo a esa política de doble carril de la zanahoria y el garrote, la de ofrecer el diálogo, pero a la vez hacerlo inviable, manteniendo al mismo tiempo el incremento del gasto militar y el acrecentamiento ilimitado de su máquina de guerra, so pena de que se firme un acuerdo de paz sin contenidos.
La experiencia de cuatro procesos anteriores en la búsqueda de una salida política al largo conflicto con las FARC-EP demuestra que esa estrategia no funciona.

Eso solo puede conducir a aumentar la desconfianza entre las partes y a alejar las posibilidades de alcanzar pronto un acuerdo en consenso, que signifique para Colombia la firma de un verdadero tratado de paz en dirección a poner fin al largo conflicto armado, que enrumbe al país por los caminos de una Paz estable y duradera.

(*) Pablo Catatumbo es comandante y miembro del Secretariado de las FARC-EP.

Fuente: http://www.pazfarc-ep.org/index.php/noticias-comunicados-documentos-farc-ep/delegacion-de-paz-farc-ep/1630-ejercito-de-colombia-un-peon-en-el-ajedrez-de-la-cia-pablo-catatumbo.html

martes, 7 de enero de 2014

En torno al informe del Washington Post


DECLARACIÓN PÚBLICA

El día 21 de diciembre de 2013 el diario Washington Post publicó un informe acerca de la más reciente acción encubierta de la CIA, la NSA y el Pentágono, es decir, de los Estados Unidos  de América, en el conflicto armado interno colombiano, la cual envuelve decisiones y autorizaciones de por lo menos los tres últimos gobiernos de ese país.

Interesante revelación, que pone de presente ante los ojos de muchos incrédulos, cómo los intereses representados por los gobiernos de Estados Unidos son uno de los principales detonantes y animadores  de la larga guerra que soportamos los colombianos. Estudios más ambiciosos podrían fácilmente comprobar que lo mismo ha ocurrido desde los tiempos de la Libertad de expresión: Otra lectura de la realidad: COLOMBIA


Operación Marquetalia, en 1964, algo que se reconoce públicamente en Colombia, pero que a la hora de examinar la naturaleza del conflicto se evade con irresponsabilidad asombrosa.

Según el informe, el programa de acción encubierta ha ayudado al Ejército colombiano a matar al menos a dos docenas de líderes rebeldes, de acuerdo con entrevistas realizadas a más de 30 funcionarios retirados y en ejercicio de Estados Unidos y de Colombia, al tiempo que ha envuelto operaciones de espionaje electrónico y escuchas por parte de la Agencia Nacional de Seguridad, operaciones todas financiadas con un presupuesto secreto de miles de millones de dólares, distintos a los nueve mil millones de ayuda contemplados en el Plan Colombia.

Mientras el Presidente Santos, de acuerdo con el mismo informe, trató de restar importancia al tema al ser entrevistado al respecto por el diario norteamericano, su ministro Pinzón no tuvo el menor reparo en salir a los medios a reconocerlo y endulzarlo como parte de los tradicionales acuerdos militares entre los dos países. Está claro que ninguno de los dos siente el menor aprecio por la soberanía colombiana, puesto que sobre su ánimo pesan más las imposiciones gringas en materia de drogas y terrorismo que cualquier consideración de tipo nacional. De los generales y almirantes colombianos ni hablar, sus rodillas están encallecidas por causa de tan prolongado  arrodillamiento.

No es que no se supiera o no se tuviera idea de ello, pero algo queda más claro con el informe del periódico estadounidense. Por ejemplo, que tiene toda razón el columnista Oscar Collazos cuando sugiere que la mayor contradicción que anima el debate entre los últimos presidentes colombianos, estriba en demostrar cuál de ellos se ha encargado de matar a un número más alto de sus compatriotas.

Debate que además es reproducido con evidente interés por los medios colombianos, siempre tan proclives a publicitar y engrandecer lo que tan nefandos personajes llaman crímenes de las guerrillas. O que se pueda ahora parodiar a la senadora Piedad Córdoba cuando afirmó que Colombia era una inmensa fosa común, diciendo que con el consentimiento de los últimos gobiernos, Colombia es víctima de la más descarada e impune de las chuzadas por cuenta de los servicios de inteligencia de una potencia extranjera.

Del mismo modo, el citado informe incluye revelaciones que producen escalofríos.

Al reseñar que según el Presidente Santos /"parte de la experiencia y de la eficiencia de nuestras operaciones y nuestras operaciones especiales han sido el producto de un mejor entrenamiento y conocimiento que hemos adquirido de muchos países, entre ellos los Estados Unidos", /avala lo que el informe precisa en torno al traslado de la experiencia norteamericana en Afganistán y el combate a Al Qaeda al conflicto colombiano, es decir los procedimientos de inteligencia que incluyen los sobornos, las capturas ilegales, los desaparecimientos, las torturas y las presiones ilegales contra personas de quienes se espera conseguir información.

De donde se  desprende que la actual degradación de los métodos empleados por las fuerzas militares, policiales y de seguridad colombianas tienen origen en la instrucción y asesoría brindada por los norteamericanos.
El gobierno de Juan Manuel Santos es conocedor de los secuestros, chantajes, amenazas de muerte y atentados empleados por la inteligencia colombiana en su afán por conseguir, mediante las familias de los mandos y combatientes guerrilleros, la ubicación de estos con el objetivo de asesinarlos, métodos de los que no se han escapado ni siquiera los familiares de los integrantes por parte de las FARC-EP en la Mesa de La Habana. Como conoce bien, por sus tiempos como ministro de defensa de Álvaro Uribe, la verdadera trama de la inteligencia militar que condujo al espantoso asesinato y mutilación del camarada Iván Ríos.

Tampoco pueden escapar al análisis del informe, las interpretaciones unilaterales e interesadas de las leyes internacionales por parte de los sucesivos gobiernos estadounidenses, actitud ante la cual la dirigencia colombiana se inclina de manera sumisa.

Bastó con que el señor Reagan autorizara las intervenciones militares de su país en cualquier nación bajo la excusa del combate al narcotráfico, o que el señor Clinton las autorizara para garantizar a su país control de los recursos estratégicos ubicados en cualquier lugar del mundo, o que el señor Bush obrara de igual manera con el pretexto de prevenir lo que su gobierno calificara de amenaza terrorista, para que las nociones de independencia, soberanía y auto determinación delos pueblos pasaran al museo de la historia, al lado de los cadáveres de los derechos fundamentales de la persona humana.

Sólo tan descarado reinado de la arbitrariedad nacida de la fuerza bruta permite explicar, como lo corrobora el informe, la agresión de las fuerzas militares colombianas contra la soberanía del Ecuador el 1 de marzo de 2008, así como los sucesivos asesinatos a traición de comandantes guerrilleros colombianos por fuera del combate, mediante el empleo de las cínicamente llamadas bombas inteligentes o el accionar de las fuerzas especiales. El informe revela los esfuerzos de la CIA y el Pentágono por obtener las repudiables y solitarias interpretaciones jurídicas mediante las cuales se perpetran todos estos crímenes, al tiempo que deja al descubierto la perversidad de las academias norteamericanas de leyes en que se cuecen todas esas novísimas teorías legales, que se encargan de legitimar el terror como método respetable de actuación política.

Es seguro que estudiosos más sesudos podrán extraer muchas más implicaciones del mencionado informe, pero además de lo dicho cabe preguntarse a estas alturas, cuando se aproxima en La Habana la discusión sobre el tema de los cultivos de uso ilícito, cuál es el verdadero papel que esta oligarquía vende patria concede en realidad a la Mesa de Diálogos y el Proceso de Paz con las FARC-EP, o a una eventual Mesa con el ELN, cuando está expuesta ante la opinión nacional e internacional la suma de intereses que impulsan la profundización del conflicto armado en nuestro país.

Cuántas dudas deja sembradas el informe comentado sobre la voluntad de paz del Estado colombiano y su amo imperial. Lo cual nos reafirma en la idea de que una verdadera paz en nuestro país sólo puede ser conseguida con la participación masiva y decidida de los millones de colombianos víctimas de este régimen, que acaban de sufrir una burla más con el ridículo aumento del salario mínimo legal, mientras crece geométricamente el presupuesto militar para aplastar su inconformidad.
 Prensa FARC EP
SECRETARIADO DEL ESTADO MAYOR CENTRAL DE LAS FARC-EP
Montañas de Colombia, enero de 2014, año del 50 aniversario de nuestro alzamiento.