martes, 25 de febrero de 2014

El pueblo colombiano en el límite de la tolerancia

 Libardo Sánchez Gómez


La oligarquía a través del tiempo ha sabido llevar   al límite de la tolerancia física, mental y ecológica al pueblo colombiano sin que éste parpadee, y sobre ese delgado hilo de aguante popular someten y roban, acumulando privilegios. Dos  mostrencos soportes les permiten expoliar a sus anchas,   el departamento de defensa del alicaído imperio gringo y un ciclópeo estamento militar, conformado por héroes de papel y podrido hasta la médula cuyos cacareados éxitos militares, en contra de algunos comandantes de la insurgencia, por los cuales se les da el tratamiento de héroes, no son más que acciones teledirigidas por el ejército USA. Lo que sí atañe directamente   a los militares  son los “falsos positivos”, la prostitución homosexual entre altos mandos y cadetes, las “chuzadas”  a diestra y siniestra  y la ratería   del abultado presupuesto destinado a lanzarle bombas a la insurgencia a través de la manigua; Alberto pinzón Sánchez dice que “la naturaleza de la guerra en Colombia es que es una guerra contra el pueblo que legitima el negocio y la corrupción del generalato y los contratistas de pertrecho…” (Salvo la Ilusión todo es el Poder). Pero  tras el vandálico accionar de la oligarquía hay todo un telón de sometimiento de las castas dominantes, externamente  al imperio USA    y   al interior a la bota militar, los militares, a su vez, doblan la cerviz ante el tío Sam;   unos y otros son quienes manejan verdaderamente los hilos del poder. El presidente no es más que una dócil marioneta manipulada  por las garras del águila imperial y   la verdosa mano  militar.

El alto umbral de tolerancia del pueblo colombiano hizo que pasara de  agache el asesinato de líderes sindicales, estudiantes “revoltosos”, indígenas y campesinos reclamantes de tierras. No  asombró a muchos la eliminación física de cerca de diez mil miembros del partido político  Unión Patriótica,  ante su genocidio la sociedad, en su conjunto, levantó los hombros y siguió impertérrita en su resignado rebusque. Pero a los vándalos en el poder se les fue la mano cuando tocaron los bolsillos de la pequeña burguesía rural,   rompiendo el resistente hilo de la tolerancia. Y la mansedumbre del cordero se transformó en la fiereza del león. Una semana fue suficiente para que los campesinos le hicieran entender a las castas dominantes que los azadones están listos a cavar su tumba.

El imperio impuso a Colombia un TLC a su acomodo, el cual amenaza con llevar a la ruina a los otrora complacientes campesinos ricos; lo peor del caso es que  a   la oligarquía criolla le  está vedado   cuestionar dicho tratado, so pena de perder el apoyo del imperio, sin el cual  la insurgencia  les podría arrebatar  de un día para otro el poder.  En el susodicho TLC se contemplan medidas  aberrantes, como aquella que prohíbe al productor colombiano  sembrar las semillas que ancestralmente han brotado en su terruño, obligándoles a emplear las que provee   la transnacional Monsanto.  Hace  unos días se   encarceló a un grupo    de campesinos arroceros del Tolima los cuales iniciaban la siembra en sus campos de secano; y para dar cumplimiento al susodicho tratado les quemaron  170 toneladas de semillas autóctonas. Gracias al   Paro Nacional Agrario  se suspendió, provisionalmente, tal abrupto; también, se frenaron temporalmente las importaciones de papa y leche; no obstante, de acuerdo a lo firmado en el TLC cualquier salvaguarda tendrá una duración máxima de dos y medio años, así que en el cercano futuro el Tratado se volverá a aplicar con todo el rigor que éste exige. Cuando esto ocurra, ¿el delgado hilo de la tolerancia soportará tanto colonialismo? Todo indica que el umbral de aguante no dará para tanto y que las azadas blandirán de nuevo sobre la cabeza de la oligarquía.

Y cabalgando sobre el lomo de la tolerancia se acercan los comicios electorales donde se presume se reelegirá al presidente Juan Manuel Santos y a la mayoría de parlamentarios. Solo que el corcel del voto en blanco se está encabritando, y amenaza  con  apear a la mayoría de reeleccionistas. Diferentes  encuestas, realizadas por empresas afectas al Establecimiento,  muestran que el voto en blanco será el absoluto ganador, pues en todas las regiones gira alrededor del 40% de votantes. Si la tendencia se mantiene, y parece que muchos de los indecisos se inclinan por esta opción, el mismo Santos podría quedar de a pie; otro que podría bajarse del asno es el ex presidente y aspirante al senado Álvaro Uribe  al que, por cierto, no le ha ido muy bien en sus apariciones en la plaza pública, donde los tomates y huevos podridos le han hecho brotar lágrimas de cocodrilo.     A sus  detractores no le ha pasado nada, porque afortunadamente permanece  arrinconado   en su  madriguera en el bunker de la policía;  no obstante, desde allí  valiéndose de los daticos de tal cual “chuzada”, que le suministran por debajo de cuerda los militares, se la pasa urdiendo complots en contra de una de las pocas oportunidades que tiene la humanidad para sobrevivir, como es el experimento de construcción del Socialismo del Siglo XXI en Venezuela,  y contra el proceso de paz que se adelanta en La Habana.

Definitivamente,  en el gana - gana de la  oligarquía con el voto en blanco, del que habla Nelma Forero (Algunas precisiones sobre el voto en blanco: gana - gana para la clase dominante) la gran perdedera  será   la “izquierda” parlamentaria, esa que a pesar de haber comprobado que el parlamento colombiano es un escenario inútil para lograr las transformaciones sociales que el pueblo demanda,   insiste en disfrutar de las migajas que la oligarquía le  sirve en bandeja desteñida. De esa izquierda acomodada dice Sara Leukos, “Concilian con una vida burgués y cómoda públicamente, solo excepciones logran salir, pero en un  marco abierto no trascienden a  la esfera de lo político hacia una ruta de lo público. Inmersos en un protagonismo extendido por la historia y al lado, bajo una interlocución  con un heredado servilismo político de la clase dominante  enclaustrado con los fines ruines  del capitalismo” (La izquierda parlamentaria de Colombia, amor de madrugada o un trasnocho épico?)

Pero el  gana-gana de la oligarquía pisó la frontera de la tolerancia, y tendrá que enfrentar en adelante profundas convulsiones sociales. El voto en blanco será un serio indicativo de que el pueblo no   tolera más sus tropelías. Los cacicazgos tradicionales se frotan las manos porque  sus listas no tendrán competencia al repetirse la elección, solo que tendrán que votar entre ellos mismos   porque   muy pocos electores irán a las urnas. Además, el hecho de no contar con la izquierda, como comodín, implicará una total deslegitimación de la, mal llamada, democracia tanto al interior como al exterior.    La misma autora Sara Leukos anticipa que “se avizoran fuertes cambios, los  movimientos sociales trazan una rebelión desde abajo, hacia el sistema que produce pobreza, engaña, explota, roba y elimina”. Y según la Mesa Agropecuaria y Popular de Interlocución y Acuerdo MIA, aún, no se han logrado acuerdos definitivos con el Gobierno, y es de esperarse que así sea ya que, como reiteradamente se ha señalado, las castas dominantes  no pueden cambiar ni una coma al TLC firmado con sus amos. Se escuchan rumores que para finales de abril, a pocos días de celebrarse las elecciones presidenciales, el Paro Agrario Nacional podría salir de su aparente catalepsia y  de paso  dar al traste  con el sueño reeleccionista de Juan Manuel. ¿Una nueva Constituyente espera al borde del abismo?

También, es muy cierto que pasadas las elecciones ya sea que Santos salga reelegido o no las conversaciones de paz en La Habana llegarán a su fin; para Juan Manuel estas no son más que un embeleco para apuntalar su reelección, cosa que hasta el momento le ha funcionado. Dice el sociólogo Francisco Leal Buitrago que “Santos se encuentra así en una encrucijada frente a la coyuntura de su reelección, enarbolando la única bandera que le queda: la paz; en medio de diversidad de fuerzas sociales disgregadas, identificadas con su desencanto con la política”. El mismo   Santos dijo recientemente en España: “El modelo no se negocia en una mesa de diálogos. Solamente se trata de encontrar la manera para que la guerrilla se desmovilice”.  Tampoco hay que olvidar que a ningún vasallo de la casa de Nariño le está permitido firmar acuerdos, que impliquen algún tipo de cambio estructural al modelo, eso tan sólo es resorte de Washington; la paz nos la tenemos que ganar  a pulso los colombianos en contra de la oligarquía y del mismo imperio. Nuestra paz tendrá que pasar por una etapa (¿guerra?) de descolonización previa.

¿Qué le espera en el futuro cercano a   Colombia? A todas luces, en  el 2014 los colombianos   vamos a enfrentar la profundización del conflicto social y armado. Algo muy importante es que el pueblo está recuperando su conciencia de clase; por tanto el, natural, odio entre  clases sociales se verá reflejado en calles y carreteras.   La  oligarquía, en palabras de Roland Denis (Desactivar el fascismo) expandirá “su propia necesidad de violencia, sustentada en odios simples nacidos del miedo a la igualdad y la pérdida de privilegios”. Y muy a pesar de las ganas de claudicación de la insurgencia  por parte de los "pazólogos”, la insurgencia avanzará en su reingeniería táctica y estratégica; en sus comunicados, que aparecen en los diferentes medios de comunicación, se dice que ya existe total coordinación entre FARC,  ELN,   EPL y los reductos que quedan del M_19; y según afirma la misma insurgencia   apropiarán para sí la estrategia militar de “quitarle el agua al pez”, lo que significa que “enfrentarán con decisión uno  a uno a todos aquellos que en campos y ciudades estimulen y/o financien la creación de grupos paramilitares”. Eso sí, algo que espera el pueblo de parte de la insurgencia  es que no vuelvan a dejarla desprotegida, como ocurrió con los militantes de la Unión Patriótica y muchos simpatizantes de ellos mismos. Difícil entender cómo las FARC permitieron que militares y paramilitares en zonas como Viotá acorralasen familias enteras en sus parcelas, acusadas de ser auxiliares de los alzados en armas, y les prendieran fuego junto con sus gallinas y cerdos hasta ser consumidos por completo.

Y en medio de la vorágine de la guerra, que   no a todos  toca y que muchos quieren, la izquierda revolucionaria, para sobrevivir a la arremetida paraestatal, tendrá que accionar bajo la sombra. El reciente ataque armado en Arauca a la caravana de Aida Abella, candidata presidencial por la Unión Patriótica, así lo indica. El Gobierno en boca del infantil ministro de guerra Pinzón se lavó fácil las manos echándole la culpa al ELN; hay que recordar que cuando ocurrió la masacre de Segovia contra militantes de la UP el ministro de entonces, igual que ahora, culpó del genocidio al mismo grupo insurgente; sólo que poco tiempo después la corte suprema de Justicia condenó a 30 años de cárcel al Congresista César Pérez García, como determinador del genocidio (por cierto muy amigo del Camarada Carlos Lozano, ver: http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/06/no-me-muevo-y-punto-porque-no-puedo.html)  quien acompañaba a Aida en su gira por el llano.


A  propósito de la candidatura de la camarada Aida hay que decir que es una candidatura fuera de forma y de tiempo; luego de tantos años de exilio anda un poco despistada; es una insensatez presentarse a elecciones sin esperar a recomponer cuadros y liderazgos a nivel nacional lo cual toma su tiempo.     El   afán de protagonismo de unas directivas obtusas enterrará definitivamente el proyecto de nuevo país llamado   Unión Patriótica, pues con Aida Abella desaparecerá para siempre la personería jurídica de  la UP. 

lisago25@gmail.com

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