domingo, 18 de mayo de 2014

¿Última tentativa para lograr una salida negociada a la guerra civil colombiana?

Libardo Sánchez Gómez

A medida que se acercan las elecciones presidenciales también se le acorta el tiempo  a la “paz” en La Habana. Cada vez es más claro que la paz, léase mejor la guerra interna,  negociada en Colombia es un imposible; variadas razones nos llevan a pensar que así está estructurada nuestra  realidad, ante todo, porque el poder, en todas sus expresiones económicas y políticas, está en manos de un puñado de vándalos egoístas e inescrupulosos que bajo ninguna circunstancia   querrán compartir por las buenas sus privilegios.  Juan Manuel Santos, eximio representante de la más rancia oligarquía criolla, desde el mismo momento en que inicio hace cuatro años su periodo presidencial oteo en el horizonte de las trapisondas electoreras que unas conversaciones con la insurgencia sería el mejor modo de apalancar su reelección, por lo que lanzó el anzuelo de la paz a las FARC; el grupo insurgente necesitado de   una  vitrina  para mostrarle al mundo que su rostro es humano y está ajeno al terrorismo, que como grupo combatiente tienen una  amplia plataforma social-política y que el alzamiento en armas es justo, necesario y obligado,   le tendió la mano  al presidente; uno y otros entendieron desde el principio   que conversarían sobre aspectos sociales, económicos, políticos, divinos y humanos sin que “al final de la jornada” ocurriese novedad alguna, pues el statu quo  ante bellun no es posible modificarlo por voluntad de los conversantes.  No  podrá haber paz negociada entre alzados en armas y el régimen, simplemente, porque los vasallos en el poder no tienen     poder de decisión respecto a cambios estructurales al modelo económico  y a las superestructuras aparejadas a éste.  Las   decisiones de fondo están reservadas para el Departamento de Defensa de EEUU, quien nos colonizó desde hace mucho tiempo. Y los EEUU   aspiran a repetir en Colombia la   experiencia  de paz negociada salvadoreña y guatemalteca, es decir, entrega de las armas a cambio de unas anémicas conseciones a la cúpula negociadora de los insurgentes.

Nuestra  realidad macondiana da para todo, ad portas de  la elección de presidente, ocurre que el embeleco de la paz no ha sido suficiente para asegurarle a Juan Manuel la reelección; el ex presidente extraditable No 82 Álvaro Uribe ha sido ágil en el manejo de su Marioneta Zuluaga quien amenaza seriamente el vasallaje a Santos. Y el solo pensar que el  para-narco-uribismo regresa al poder a través del  neblinoso Zuloaga mete miedo a más de uno. El pánico generado por el dúo Uribe-Zuluaga ha   generado las más delirantes adhesiones e insólitos apoyos en torno a la candidatura de Juan Manuel Santos; la primera muestra de realismo mágico fue la alianza Santos-progresismo, aún no digerida por los seguidores de Gustavo Petro; Santos le pateó a Petro el trasero al negarle las medidas cautelares decretadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos  CIDH, pero luego las urgencias electorales le llevaron a tener que  atornillar en la Alcaldía Mayor  al díscolo y cambiante Petro hasta el final del periodo.

Otro tácito e incomprensible apoyo a Santos vino de los golpeados campesinos; en pleno desarrollo del Paro Agrario, la Cumbre Agraria y luego las  Dignidades Agropecuarias, sin haber logrado   solución alguna a su crónica y desesperante problemática, como por arte de magia, disolvieron las mesas de negociación y volvieron a sus parcelas tal cual mansas ovejas a sus rediles.  El olor a carroña entorno a Uribe y su mascota Zuluaga  disipa  la  pestilencia de los falsos positivos de Juan Manuel y difumina  el rancio vaho de su contaminante y destructora locomotora minera; y hace olvidar que Él fue quien dio la estocada final al sector agropecuario y a la pequeña y mediana minería e industria con la firma de múltiples TLC´s.

Y a lo largo y ancho de nuestra patria Macondiana la bestia uribista asusta hasta los guerreros, y los hace hacer lo que nadie les pide ni les cree, solo los pazólogos y  todos aquellos que quieren que la insurgencia deponga las armas a cambio de nada aplauden a rabiar las treguas unilaterales, por el contrario, estos gestos la oligarquía los interpreta como un signo de debilidad.

Pero serán fundados los temores al monstruo fascista;  veamos, si triunfa   Zuluaga, las amañadas  encuestas así lo vislumbran, ¿se notará la diferencia  entre el  ajedrecista Santos  y la marioneta de Uribe? Nada indica que, con uno u otro, las cosas cambien; no habrá modificaciones a la tenencia de la tierra,  los TLC´s seguirán acabando con el campo y la industria local, el tamaño de las fuerzas militares seguirá incrementándose y la presencia de las fuerzas militares gringas será daca vez más ostensible.  

Otro aspecto que hay que poner sobre relieve es el referente a la continuidad o no de las conversaciones en La Habana, preocupación central para las FARC y,  en general, del pueblo colombiano.   Al respecto no hay que olvidar que las decisiones trascendentales llegarán del Norte; tanto  parlamentarios demócratas como republicanos han enviado mensajes de apoyo a las negociaciones adelantadas en La Habana, claro indicio del interés del gobierno USA porque se firme el acuerdo que ponga fin a la lucha armada;  dicho interés está por encima del vasallo que funja como presidente; a  los alzados en armas se les premiará con  la participación de algunos de sus miembros en el parlamento; a los gringos tampoco les importa si los guerrilleros van o no a la cárcel e incluso, como ñapa, podrían repatriar a Simón Trinidad y a Sonia.

Pero los guerrilleros en todos los tonos y por todos los medios han dicho que no depondrán las armas sino se resuelven previamente las causas que les llevaron a la guerra, entre otras, la marginación,  la pobreza y el asunto de la tenencia de la tierra.  Lo anterior significa que pasadas las elecciones, gane quien gane, los colombianos veremos agotarse el último intento por resolver por las buenas nuestra prolongada guerra civil.

Y de un mundo macondiano los colombianos pasaremos a reescribir una verdadera novela distópica en  la que las injusticias y la crueldad de la guerra no tendrá antecedentes; el paramilitarismo encabezado por los uribeños, águilas negras y águilas imperiales, reeditarán las crónicas de muertes selectivas. Las guerrillas habrán aprendido la lección, siendo estas quien pasaran a quitarle “el agua al pez”, es decir, tratarán de eliminar a todo aquel que financie en campos y ciudades las actividades de los paracos. La guerra se prolongará, tal vez, otros cincuenta años hasta cuando el imperio se hunda   no pudiendo sostener en el poder a los vándalos de siempre y tampoco  pueda financiar más guerras contra los pueblos del mundo. Nosotros, por fin,  los de entonces y los de hoy, veremos desde un universo paralelo nuestra  segunda y definitiva independencia.

domingo, 4 de mayo de 2014

Se pronuncian Lecheros de Zipaquirá y La Sabana. El Paro del agro seguirá hasta que los vándalos en el poder escuchen.

Productores de Leche de Zipaquirá y La Sabana exigen restablecimiento de Mesas.
¿Es lícito negociar en medio del conflicto con la insurgencia, mas no con los productores del campo?

Se equivoca el ministro Lizarralde al suspender las conversaciones con las Dignidades Agropecuarias por causa de un trino que, según el alto funcionario, estaría incitando a la protesta. Rompe los vasos comunicantes que allanarían caminos tendientes a superar la deuda histórica con el campo y, de repeso, alienta la sumatoria de nuevos contingentes de labriegos, indígenas y empresarios del campo al paro.

Un verdadero contrasentido, un chantaje. Mientras el gobierno nacional continúa adelante las negociaciones de paz con la insurgencia en medio del conflicto, recibiendo golpes aquí y allá sin poder chistar por tratarse de la dinámica infame de la guerra, a los líderes campesinos no les aguanta ni siquiera un trino. Una simple opinión. Desarmada, eso sí.

Como productores de leche que acompañamos las protestas agrarias tenemos que decirle al país que, lamentablemente, las causas que originaron el levantamiento de agosto del año pasado se mantienen incólumes, como han dicho los líderes en paro. Y lo que ha cambiado es tan escaso como superficial. Por ejemplo, para nuestro sector –el lechero–, a más de un par de medidas adjetivas y unas cuantas cucharadas de mermelada para un reducido grupo de presuntos líderes no comprometidos con la protesta en curso, los alcances de las llamadas mesas de negociación con los campesinos no han arribado a puerto alguno.

Algunas restricciones a la importación de derivados lácteos de la Comunidad Andina de Naciones o leche en polvo y lactosueros de orígenes diferentes, por escasos dos años, no han resuelto ni resolverán los problemas de fondo. Seguimos a la deriva de un mercado voraz e implacable, gracias a los niveles de atraso en ausencia de políticas de Estado y la competencia desleal con productores de países desarrollados y con músculos gubernamentales que los sostienen.

El ministro sostiene que restablecerá las mesas, pero “sin presiones”. Como si los campesinos y empresarios del campo no hubiésemos sufrido nunca las presiones del abandono y la miseria, de la ruina y el despojo “legal” e ilegal: ambas formas son ilegales, tanto la armada como la financiera: ambas son tan despóticas como injustas. Décadas y décadas de abandono, en especial para los pequeños y medianos productores, no se resuelven con un incremento de las asignaciones presupuestales por este año, significativas pero miserables si se les compara con lo que se devora el conflicto interno.

Por tanto, incitamos a las partes, en especial a los portavoces del Presidente Santos, a cumplir con lo pactado, dinamizar las mesas y dejar de ver como un lastre a los labriegos, campesinos y pequeños y medianos empresarios agrícolas y pecuarios. Somos exactamente lo contrario: la auténtica seguridad y soberanía alimentaria del país, así como las principales víctimas del conflicto que negocia en La Habana en medio de los tiros.


Lecheros de La Sabana.                     Contactos:            Miriam Sierrra: 314 2189979                          Luis Alfonso Calderón: 
310 238960