martes, 4 de octubre de 2016

El SI y el NO, ¿y ahora qué?

Libardo Sánchez Gómez

Lo que ocurrió en Colombia fue asunto de locos, personajes del mundo entero asistieron a la  firma definitiva de los acuerdos entre FARC  y Gobierno, sin pensar que  de definitivo no tenían nada. Lo lógico era que el show se reservase para después que el pueblo los refrendase. De todas maneras,    el  NO triunfador era algo que nadie esperaba ni siquiera los ganadores,   y menos  que el pueblo le diera la espalda al plebiscito.  En el fondo quienes triunfaron, aún, no saben que ganaron. La abstención   se explica fácilmente porque casi nadie leyó los acuerdos, ya que  no existe la cultura de la lectura, y quienes lo leyeron encontraron que la normatividad vigente va en contravía de lo acordado, por ejemplo, a la democratización de la tenencia de la tierra el Régimen contestó  recientemente haciendo aprobar la Ley ZIDRES, que estimula la concentración de ésta. Así que  no había una real motivación,   en las 297 páginas de los Acuerdos FARC – Gobierno no había una sola medida que alentara al pueblo  víctima de la violencia y demás males propios del sistema socioeconómico. Santos, en su afán de mostrar resultados contundentes referentes al sometimiento de la guerrilla, no permitió la más mínima reforma   socioeconómica para aliviar dura situación,   y las FARC en su afán   pacifista cedieron hasta su espíritu guerrero. 

Para tratar de entender lo ocurrido en las urnas hay que analizar por separado las distintas posiciones adoptadas tanto por los triunfadores como por los perdedores y    los abstencionistas. Al   NO triunfador     pertenecen  los sectores más retrógrados de la sociedad,  a la encabeza está el ex presidente Álvaro  Uribe, siniestro, fanático y enfermo mental;  y le secunda  un  primo del presidente Juan Manuel,  Francisco Santos, mejor conocido entre sus seguidores como Pachito, este individuo adolece de serias deficiencias en su cociente intelectual. En el   NO  participó una mezcla ecléctica de  población  perteneciente a los más diversos sectores sociales, en primera línea  la oligarquía terrateniente, directamente interesada en que la guerra continúe, pues vive de ella y es la que desplaza, usurpa y acumula la tierra  robada.  No obstante,   la  gran masa del  NO  es gente perteneciente al pueblo excluido, que carece  de conciencia de clase, con un común denominador: el odio y la irracionalidad,   pero no el odio entre clases sociales  sino odio intraclase.  En cuanto al SI perdedor, también, está nutrido por una variopinta gama de seguidores. Hay que destacar los  que propician    la entrega de la guerrillas conocidos como los “pazólogos”, entre ellos se encuentran intelectuales, académicos   y políticos de “izquierda”,  que no quieren   llevar a las espaldas el INRI   de seguidores de la guerrilla.    En el SI había políticos como la senadora Claudia López y Antonio Navarro quienes votaron afirmativamente, con el  afán de eliminar “por las buenas” a las FARC de la faz de la tierra.  Desde luego que muchos votantes del SI   creyeron que era la manera correcta  de buscar soluciones.

  Las  FARC  en realidad no tenían plan B. Una vez más  la cúpula  queda  sin brújula, así que “quien no sabe para dónde va cualquier camino  le  servirá”.  Cuando las tropas de los distintos Frentes  ya avanzaban hacia los campos de concentración     ahora no saben  para dónde coger.  Se  especulan todo tipo de medidas a seguir en el inmediato futuro.  Quienes quieren la entrega de la guerrilla a como dé lugar  proponen una Constituyente y en el mismo sentido están los que impulsaron la anulación del voto. Lo que no se tiene en cuenta  es  que, de antemano, se sabe que esta  sería dominada, entre otros, por   Álvaro Uribe y el ex procurador  quienes  mandarían al país entero al medioevo.  Otros dicen que se tramite en el Congreso su aprobación,    pero qué clase de Paz podrá     eclosionar en este nido de criminalidad. Otros dicen que se renegocie lo acordado y se borre lo poco que se le concedió a la insurgencia, nada de curules y  que vayan derecho a la cárcel a purgar largas penas.  Por otra parte el Centro Democrático, quien se siente con toda la autoridad para imponer condiciones,  sostiene que no se trata de negociar ni renegociar ningún acuerdo, pues según sus voceros  en Colombia no hay ninguna guerra civil ni conflicto alguno sino simplemente una agresión por parte de un puñado de “terroristas”; desde esta visión lo correcto es exigirle a los “terroristas” que  se sometan y punto.     Estas  dos últimas  propuestas para muchos son algo menos que salidas insensatas, pero dada la debilidad y ganas de entregar  las armas  mostrada por la cúpula negociadora de las  FARC en la Mesa de “sometimiento” no es raro que   terminen aceptando.

Tanto las bases como la cúpula fariana deberán  hacer un examen de conciencia para ver qué pasó, qué está fallando, porqué el pueblo no responde; en una profunda reflexión  estará el que se hundan o por el  contrario  salgan  airosas. En todo caso  las FARC deberían dar un vuelco total e inmediato a la orientación que han venido observando. Pero antes que nada tendrían  que remover o, por lo menos, recomponer la dirección máxima y la cúpula negociadora.  Timochenko podrá ser un excelente cardiólogo, pero no tiene el corazón ni el cerebro para dirigir una guerrilla del nivel de las FARC, muestra no estar convencido de la justeza de la guerra ni de las graves causas  que la motivaron y las  profundas transformaciones sociales que se requieren para superarla.  Si así fuera no estarían hablando de paz sin que se toquen las viejas estructuras económicas, causantes de la tragedia humana que vive la mayoría de la gente. Al jefe máximo se le ve más como un abuelo consentidor que un combatiente al frente de hombres de hierro. Y en cuanto a los principales voceros se les nota el cansancio y las ganas de dejar el monte. Esta situación ha sido percibida por el grueso de la base, varios  Frentes antes de ir al plebiscito se   apartaron de los acuerdos. Se dice que en el momento de escribir esta nota muchos guerrilleros totalmente confundidos  se están replegando hacia  sus territorios, preparándose para reiniciar la lucha. No creen en nadie y no tienen por qué hacerlo. Ahora que la iniciativa la tiene Álvaro Uribe tendrán que estar preparados porque en cualquier momento las fuerzas militares  van a intentar aniquilarnos, para no tener que renegociar.  

Pero las FARC, con unos voceros renovados, podrán convertir el revés del NO en una oportunidad para sacar adelante lo que por el afán de  complacer al Régimen quedó en el tintero,  las salvedades podrían ser una línea roja que daría seriedad a los negociadores rebeldes.   Exigir  la   reforma agraria integral, sería un hecho que justificaría el haberse sentado a negociar la salida política al conflicto. Suficiente haberse reconocido como victimarios, algo que nunca debió haberse aceptado, como para ir a la cárcel como vulgares criminales.  Ahora se les quiere pedir  que dejen las armas sin posibilidad alguna, en la práctica,  de hacer política, pues esta votación demostró que, dada la matriz mediática negativa,  nunca llegarían al Congreso.    En cuanto a   la Guerrillerada de base mientras se aclara el futuro inmediato tendrá  conformar un mando colegiado entre representantes tanto  de los Frentes declarados “disidentes” como de los que, previsiblemente, se les sumen. 

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