martes, 5 de agosto de 2014

Efecto cuna y la Educación a Distancia en Colombia


Libardo Sánchez Gómez

Desde 1975 en Colombia se han venido ofreciendo a lo largo y ancho del país programas académicos a distancia, hoy hay más alumnos en la modalidad a distancia que en la presencial, aunque, no siempre han sido  virtuales ya que “artefactos” como las  TIC´s se han incorporado al modelo a distancia  tan sólo en los últimos años, sumándose a los textos que imponen, según Rubén Ramos, “(...)modelos ajenos a las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales de la pobreza y desigualdad en nuestros países”  (Educación a distancia: ni modalidad pedagógica ni aprendizaje autónomo, Capital Cultural y reproducción, Lima – Perú, marzo 2014).  La realidad es que la presencia de la  EAD no se ha traducido en superación del subdesarrollo a nivel nacional. La pobreza y desigualdad social se han venido incrementando, guardando  relación directa con el enriquecimiento de unos pocos individuos. Según la UNESCO (UNESCO: 2002,12)    “el aprendizaje abierto y a distancia constituye un aumento de las oportunidades para superar las urgencias de los más necesitados y convertirse en miembros cabales de la actual sociedad del conocimiento”, ¿será cierta tan meliflua aseveración? El adagio popular dice que “no todo lo que brilla es oro”, y que “de eso tan bueno al bobo no le dan tanto”; por lo menos, para Rubén Ramos, esto no es más que una falacia, ya que dicha premisa “(…) responde al interés geopolítico imperialista de subsumir culturas ancestrales en la continuidad del orden mundial capital, manipulando necesidades sentidas”.

La realidad ha demostrado que en la EAD, tanto o más que en  la educación presencial, en los países neocoloniales, se manipula la información, convirtiendo al estudiante en un “mero operador  de artefactos, un lector pasivo de textos (cuando sabe y puede leer), un usuario mecánico de información”. Después de muchos años de haberse implantado el modelo de educación a distancia en Colombia se encuentra que  la EAD está formando profesionales de pésima calidad, tanto que dentro de las mismas universidades que ofrecen la modalidad a distancia, caso universidad Santo Tomás, los alumnos del área presencial se quejan de que los que siguen la virtualidad afectan la calidad general tanto que peligra la acreditación lograda.

El  hecho que el uso del INTERNET sobre todo de la red mundial (www)  permita acceder a la información en cualquier lugar del planeta no es garantía de excelencia, que facilite  a ciencia cierta cumplir los objetivos de desarrollo de las comunidades más necesitadas. Solamente se cumplen las expectativas de quienes promueven a nivel global la orientación educativa: BM, OCDE, OMC, USAID, organismos de cooperación internacional, en realidad transnacionales de penetración del neoliberalismo.

La educación como un “servicio” por el que se tiene que pagar lleva inflexiblemente a que termine en manos privadas. En Colombia esto sí que es cierto, la educación superior prácticamente es un negocio exclusivamente en manos de los curas.   Precisamente   la Universidad Santo Tomás de los Dominicos (Orden de los Predicadores) fue la primera Entidad religiosa que inició la modalidad a distancia en Bogotá. Hoy casi todas las universidades ofrecen programas en la modalidad virtual. Tanto en la universidad pública, Universidad Nacional Abierta y a Distancia UNAD, como en las privadas la teoría pedagógica impuesta desde siempre ha sido la conductivista de base positiva la cual, en palabras de Rubén Ramos,  conduce a “automatizar los aprendizajes, los comportamientos, las actitudes desde el principio mecánico estímulo respuesta”, sacrificando la creatividad, la reflexión, la crítica, el pensamiento, la comprensión y la acción, propias de la teoría cognitiva de base fenomenológica.  

 La  EAD se ha convertido en un valor agregado al comercio educativo, por cierto, de alta rentabilidad; y  para disminuir costos se contratan docentes a los que se les pueda pagar cualquier salario. Poco importa la experiencia en investigación  y/o el nivel académico del contratado sólo se requiere que sea una correa  transmisora acrítica del pensamiento neoliberal. Incluso el docente (tutor) no debe ser exigente en el rendimiento académico al punto que pueda hacer perder asignaturas a sus alumnos, ya que estos optan por abandonar la Institución educativa,  afectando de paso la rentabilidad del negocio. Cuando esto sucede el docente debe rectificar su prurito de exigencia  o, de lo contrario,  tendrá que abandonar el plantel. Y si el docente es (debe ser) acrítico la posibilidad de   dicencia del  aprendiente es nula, la crítica se asume como falta de respeto y un atentado contra la estabilidad institucional. Asunto que se refleja a nivel general, pues la protesta (crítica) social es judicializada, criminalizada y reprimida  militarmente. Según el autor citado,  “la EAD está trastocando el sentido de cambio social por el de colonialismo mediático, el de movilización social para reestructurar las relaciones de poder por el de movilidad social, el de liberación por el de alienación”.

Ramos deja en claro que “la sumisión neocolonial se rinde a las políticas y estrategias impuestas por los organismos internacionales”. Entonces, la EAD mediante su lenguaje (metalenguaje) e intencionalidades sirve para encubrir la lucha de clases, la confrontación entre capital y trabajo y la intensa desigualdad que deja el crecimiento económico cuyo  beneficio es exclusivo de las organizaciones transnacionales y de algunos burócratas corruptos.

Como el origen social (extracción de clase) y los aprendizajes y representaciones del entorno social, asumidos como Capital cultural, no son tenidos en cuenta en los diferentes modelos educativos, el éxito o el fracaso escolar no son el resultado de aptitudes naturales, de las TIC´s o de la misma EAD. El individuo hereda bienes genéticos y/o riqueza. Puede nacer con capacidades de genio pero el hambre consigue volverle idiota.  Ya que el Capital cultural se hereda de y en la respectiva clase social, por lo tanto la situación de pobreza de los campesinos, obreros y desocupados no se revierte asistiendo a la escuela.

“El efecto cuna”  (transmisión intergeneracional de la pobreza) según Brunner (2010) es quien lleva al éxito o fracaso. Además, el hambre va de la mano de la pobreza, y como no se aprende con el estómago vacío, es una situación que los organismos de financiación aprovechan  para imponer sus “préstamos Buitre” con el pretexto de atender el desayuno escolar y  proporcionar becas educativas, obteniendo de esta manera “beneficios del hambre de los pobres”.  Y este “efecto cuna” hace parte de la correa transmisora intergeneracional no solo de la pobreza económica y genética  de padres a hijos sino de la pobreza intelectual de docentes a alumnos; como ejemplo, en mi experiencia personal, encontré que la mayoría de colegas docentes durante el periodo presidencial de Álvaro Uribe eran neoliberales uribistas enemigos de cualquier solución negociada al conflicto interno armado, social y económico que desangra al país durante varias décadas, pero en el gobierno de Juan Manuel Santos, como por arte de magia, se tornaron en abanderados de la paz santista y contrarios a los llamados a la solución de tierra arrasada propuesta por Uribe a través de su marioneta Oscar Iván Zuluaga. Esa pobreza de conciencia de clase y conceptual general es la que guía el accionar de los futuros profesionales.

El Informe Coleman efectuado en EEUU por James Coleman en 1966, dejó en claro que, definitivamente, la desigualdad social es la determinante fundamental del subdesarrollo  en que vivimos subsumidos, independientemente del modelo educativo que se elija, “(…) la calidad de la enseñanza no guarda una relación consistente y significativa con el rendimiento  educativo”.  Eso  sí, hay que  dejar en claro que la EAD,  la cual es dirigida  precisamente a las  clases más pobres,  es una apuesta educacional que alarga el camino del desarrollo.  Brunner   corrobora lo primero  cuando afirma  que “los rendimientos escolares dependen de las condiciones del hogar”, es decir,  de los antecedentes familiares o sea del Efecto cuna.

Diversas investigaciones han llegado a la conclusión que las experiencias tempranas son las que determinan si la arquitectura cerebral es provista o no de una base eficiente para el aprendizaje. Y, según Brunner, es en el periodo de los tres primeros años de vida en el que se determina “la capacidad cognitiva, lingüística, social, emocional y motora. Lo obtenido durante este corto periodo será poco o nada modificado a lo largo de los años de escolarización”.  Nada más cierto,  era de esperar que, dada la realidad de pobreza e inequidad impuestas por un puñado de oligarcas  a la  vasta  mayoría, hombres y mujeres  deberían  apoyar masivamente  a quienes se han rebelado y, hoy, exploran la posibilidad de un arreglo negociado al conflicto, pero por el contrario el grueso del pueblo anda al lado de los vándalos  en el poder y sus estructuras económico-sociales.


















martes, 29 de julio de 2014

Timoshenko pone Santos contra la pared: “¿Quién responderá por el crimen atroz de Alfonso Cano?”



Raúl Reyes, Jacobo Arenas, Manuel Marulanda y Alfonso Cano en Casa Verde 1988.
El Presidente Santos se ha dedicado a repetir que la orden de ejecución fue emitida directamente por él tras haber sido consultado al respecto.
La noche del 4 de noviembre de 2011 Colombia y el resto del mundo fueron sorprendidos por la noticia de la muerte del Comandante Alfonso Cano tras una operación militar en el departamento del Cauca. Sucesivamente fueron saliendo a la luz los pormenores del hecho, descrito como un intenso bombardeo aéreo, acompañado de un largo ametrallamiento, que terminó dejando aislado e inerme al jefe guerrillero desde las primeras horas de la mañana.
En esas condiciones, las fuerzas especiales y las tropas que desembarcaron de los helicópteros artillados terminaron por localizar al Comandante de las FARC, cuando se hallaba solitario en medio de la manigua. De eso existen numerosas evidencias, suministradas a la prensa por diversos voceros oficiales. Se sabe por lo mismo que en el momento de enfrentarse a la muerte, el martirizado líder revolucionario se hallaba en absoluto estado de indefensión.
De conformidad con la opinión de numerosos asesores y expertos en las diversas ramas del derecho internacional, en esas circunstancias, un numeroso grupo de combatientes entrenados con rigor en las más exigentes situaciones de la guerra, vendrían a conformar una fuerza absolutamente desproporcionada ante un adversario impotente. Alfonso Cano debió haber sido capturado y entregado a los jueces para ser sometido a una causa penal con arreglo a las leyes.
Así lo expresó con inusitado valor civil monseñor Monsalve, arzobispo de Cali, unos cuantos días después de acaecidos los hechos. Desde luego que atreverse en Colombia a levantar un dedo acusador contra las fuerzas militares y el gobierno nacional, acarrea la inmediata avalancha del sin número de defensores del orden establecido, encabezados como siempre por algún general furioso y el atado de comentaristas y editorialistas de la gran prensa adictos al crimen.
Para que cualquier  otro ciudadano que intente dárselas de héroe, recuerde de inmediato a su familia e intereses personales antes de atreverse a exponer su propia vida al peligro. Que así es este país lo prueban millones de víctimas. Y una insurgencia armada con más de medio siglo de historia. Los guerrilleros podemos decir lo que le está vedado a la mayoría intimidada, y es por eso que procedo a referir aquí lo que comenta tanta gente en voz baja.
El Presidente Santos, tras conocerse la noticia, no sólo reconoció haber llorado de felicidad al enterarse, sino que a medida que su soberbia fue creciendo, se dedicó a publicar que la orden había sido emitida directamente por él tras haber sido consultado al respecto. En su más reciente afán por la reelección lo repitió muchas veces, incluido el día 13 de junio de 2014, ante las cámaras de televisión, tras lo cual escenificó un arrebato de satisfacción.
Dicen los que saben, que la primera obligación que adquiere un Presidente al posesionarse es la de cumplir y hacer cumplir la Constitución Nacional y las leyes de la República, de las cuales  hacen parte los tratados y convenios internacionales suscritos por el país. Y expresan también los serios interrogantes que genera la pobre argumentación presidencial según la cual su orden de matar a Cano obedeció al hecho de que estamos en guerra. Reiterada confesión que excluye dudas.
Fundamentan su argumentación en disposiciones como estas. El artículo 4 del Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra, de obligatoria aceptación en los conflictos armados sin carácter internacional, dispone que quien haya dejado de participar en las hostilidades tiene derecho a que se respete su persona y a ser tratado con humanidad en toda circunstancia. Expresamente prohíbe ordenar que no haya supervivientes. ¿Acaso Alfonso no lo era?
El mismo Protocolo dispone la prohibición de matar por fuera del combate. Lo cual envuelve, por elemental lógica, dar la orden de hacerlo. Por otro lado se recuerda que el artículo 145 del Código Penal Colombiano considera como un acto de barbarie rematar heridos o enfermos. ¿Cabe incluir aquí a un solitario Alfonso Cano, superviviente de un brutal bombardeo y ametrallamiento, aturdido y casi ciego, reducido y rodeado por la enorme tropa enemiga?
Por su parte, la orden de no dejar sobrevivientes es elevada a la categoría de crimen de guerra en el Estatuto de la Corte Penal Internacional, artículo 8, numeral 2, literal I, que frecuentemente es invocado por el gobierno colombiano como advertencia jurídica en contra de la insurgencia, en cuanto norma de obligatorio acatamiento en nuestro país. ¿Y qué decir del literal VI que considera un crimen privar a un prisionero de guerra de su derecho a un juicio legítimo e imparcial?
El Presidente Santos y sus asesores debieron tomar en cuenta que la Convención Americana de Derechos Humanos o Pacto de San José de 1969, sólo admite la pena de muerte como consecuencia de una sentencia judicial debidamente ejecutoriada,  emitida por tribunal competente, de conformidad con una ley anterior que establezca tal pena y dictada con anterioridad al delito que se imputa.
Sin mencionar la Constitución Nacional de 1991, tan esgrimida por sus defensores como máxima consagración democrática en la historia de nuestro país, en cuyo artículo 11 se consagra la inviolabilidad del derecho a la vida y la prohibición de la pena de muerte. Es claro que tan formales garantías no pasan de ser una fórmula propagandística en un Estado que asesina oficialmente, con premeditación y alevosía, porque esas son, según el Presidente, las reglas del juego.
El presidente Santos ha reconocido ante la opinión pública, que efectivamente dio la orden de ejecutar extrajudicialmente a un prisionero de guerra herido, desarmado y fuera de combate, con el que además adelantaba conversaciones para iniciar un proceso de paz. El Presidente dirige constitucionalmente la fuerza pública y dispone de ella como comandante supremo, asumiendo incluso si lo considera conveniente la dirección de las operaciones de guerra.
De este y los innumerables crímenes sucedidos en este país habrá que tratar en los debates que sobre el tema de víctimas se iniciará próximamente en La Habana. Los crímenes de Estado configuran una nefasta tradición en Colombia y son ellos los causantes directos de la prolongada y heroica rebeldía armada de miles de colombianos. En la Mesa nos trazamos como máxima que no llegamos a pactar impunidades. ¿Estará Santos dispuesto a responder por su crimen confeso?
Montañas de Colombia, 27 de julio de 2014.

lunes, 7 de julio de 2014

La izquierda colombiana amaestrada por los izquierdistas acomodados y la Pequeña burguesía



Libardo Sánchez Gómez

La izquierda electorera de Colombia, en la que se incluyen pequeños burgueses de la talla del ex presidente Ernesto Samper  y la senadora electa Claudia López, cuyo interés no va más allá de que los insurgentes se entreguen a cualquier precio,   decidió votar en masa por la paz santista en contra de la paz Uribe-zuluaguista, sin tener en cuenta que una y otra  son una  misma concepción  del Departamento de Estado gringo. Hábilmente  vendieron a las bases  la idea de que si ganaba Zuluaga se terminaban ipso facto las conversaciones con las guerrillas de las FARC y del ELN. Las mieles del poder y el sabor de la mermelada fueron suficientes para dejar de lado que no es  Santos,  Zuluaga ni ninguna Marta Lucía u otra bruja quien decide     firmar o no acuerdos de paz con la insurgencia armada. Eso es de resorte exclusivo de los intereses estratégicos de los norteamericanos. Por eso terminadas las elecciones el vicepresidente Joseph Robinette "Joe" Biden, Jr. de EEUU vino a Colombia a dejar en claro que “la paz es un asunto interés de los EEUU” y a examinar los puntos acordados  entre Gobierno (vasallos) y guerrilleros.

La  paz santista o, mejor, la paz del Pentágono, que   magnificaron los acuciosos izquierdistas de las urnas, se puede  resumir en tres puntos esenciales: como punto nodal se puede destacar  el referente a la tierra y territorialidad, en el fondo se trata de ver como las guerrillas y los pequeños propietarios campesinos se acomodan al lado de los grandes latifundios transnacionales y criollos, sin que se altere para nada el estado actual de tenencia de la tierra. Desde luego que fue en estos términos como aceptaron negociar los insurgentes; los cien o más puntos sobre temas agrarios que estos han llevado a la Mesa de conversaciones no son más que adornos y, tal vez, una muestra de  voluntad, capacidad intelectual y política de los alzados en armas, pero nada más.  El segundo punto de gran importancia de la paz que se discute en La Habana es el referente a los cultivos ilícitos,  en este caso se propone que los campesinos, que hoy sobreviven trabajando como “raspachines”, para seguir sobreviviendo, se dediquen a erradicar  manualmente los cultivos ilícitos. Esta actividad, también, servirá de distractor para los guerreros de base que se desmovilicen.  Y un tercero y esencial asunto de la paz santista es el que tiene que ver con las condiciones materiales, logísticas y de seguridad en torno a la terminación de la lucha armada y reintegro por parte de las FARC y, próximamente, del ELN.  Aunque es demasiado simplista y desconsiderado decir que el tercer punto se quiere negociar a punta de mermelada,  así se le dice hoy a las curules en el parlamento y a los puestos en embajadas y en ministerios. Las discusiones más allá  de estos temas no son más que vistosas arandelas  a las cicateras concesiones a los alzados en armas  permitidas por el amo del Norte. La Comisión de la Verdad  donde, probablemente, saldrán  a flote algunas de las atrocidades cometidas por los militares sólo  servirá para allanar el camino a la justicia transicional bajo cuyo paraguas   se podrán   a salvo unos y otros de los actores enfrentados. 

¿La propuesta pacificadora de Juan Manuel Santos,  justificó la desbordada euforia  de la  dirigente del POLO Clara López y de su fórmula presidencial  Aida Abella, presidenta de la martirizada y desmantelada Unión Patriótica? El tiempo lo dirá, pero es de esperar que el voto a favor de la oligarquía se vea recompensado, al menos,  con un puesto de segunda en la burocracia ministerial. ¿Apoyará Santos la aspiración a la alcaldía de Bogotá de Clara López?

En la cesta electorera a favor de Santos se sumó la otrora izquierda seria encarnada en La Unión Patriótica, víctima de la barbarie de la oligarquía,  hoy, desafortunadamente, presidida por Aida Abella,  señora a quien el prolongado exilio dejó totalmente desorientada. Lo cierto es que  la  Izquierda acomodada y la Pequeña burguesía  lograron amaestrar y domesticar a la “izquierda dura”. Cómo explicar la actitud hacia la “mermelada” de, salvo contadas excepciones como lo fue el senador Robledo, los izquierdistas colombianos. Tratando de explicar la  actitud “patriótica a favor de la paz” de la  izquierda “centrodemocrática” recogemos lo que  dice Níkolas Stolpkin, “La hábil estrategia de convertir los diálogos de paz en el tema central de la campaña,  dejando de lado la agenda social y las críticas al clientelismo, y de forzar una segunda vuelta con el candidato uribista, condujo a los resultados esperados”, y cabe agregar a confundir a la masa “izquierdeada”.

Como consuelo para tontos queda el hecho  que la desideologización no es privativa de los que caminan  a la izquierda de la cuerda floja política en Colombia, pues en Europa y otras latitudes también se “cuecen habas”,  Marine Le Pen en La pesadilla de la Unión Europea y de una Izquierda llorona, manifiesta: ¿Cómo no podría desagradar una Izquierda acomodadiza que acostumbra a profundizar las políticas Neoliberales al momento que le toca bailar junto al Poder? España, Francia, Chile son ejemplos claros de una Izquierda cómoda que baila junto al Poder profundizando políticas Neoliberales, abriendo el camino a la Pequeña Burguesía y cerrando el paso a la clase trabajadora y explotada”. Y por esa senda caminan tanto quienes se supone quieren que en La Habana se discutan cambios estructurales económicos, sociales y culturales, como por quienes, caso Claudia López, solamente desean la entrega incondicional del pueblo en armas.


Y, borrando fronteras ideológicas,  Armando Novoa García (Razón Pública. Com.  17 de junio 2014)  en su artículo afirma algo que  cae como anillo al dedo a los izquierdistas de marras, “Transitar de considerarnos enemigos unos colombianos con otros, a una fase de cooperación pacífica, es un proceso al que estamos dispuestos, conscientes que la voluntad de paz la demostramos con nuevas realidades construidas por ambas Partes, y que de ellas es que nacen las confianzas”. Pero olvida el citado articulista que la lucha de clase sigue vivita y coleando y que la oligarquía atiza con ahinco el odio de clase y utiliza permanentemente la combinación de todas las formas de lucha. Basta escuchar el lenguaje desobligante del  ministro Pinzón y los altos mandos militares al referirse a la contraparte negociadora en La Habana.  En un quiebre de punto de vista el  mismo articulista recomienda,  “Santos está obligado a recoger, directa o indirectamente, las críticas de Zuluaga al proceso de paz, o al menos a exigir que se agilicen las negociaciones y que la guerrilla modere sus pretensiones”. ¡Vaya ironía! Pedirle moderación a las FARC, cuando la guerrilla no está pidiendo prácticamente nada para Ella y ningún cambio estructural  al modelo económico. Ni siquiera exige con firmeza la presencia en la Mesa de conversaciones  del Paisa comandante de la columna Teófilo Forero, uno de sus más eximios guerreros así como de Simón Trinidad y Sonia.

La  izquierda electorera, tampoco, tomó en cuenta que Santos es un mentiroso y traicionero de tiempo completo, aún, antes de sentarse a conversar formalmente con el ELN   les puso conejo, lo que obligó a los Elenos  a quejarse vehementemente,  “Nos preocupa que apenas iniciando esta fase pública del diálogo, el gobierno cambió el punto sexto del Comunicado conjunto, que termina con un llamado a “construir un país en paz y equidad”; esta modificación la efectuó la oficina del Comisionado de paz, al momento de leer esta declaración ante la prensa, a las 11 de la mañana del martes 10. La constancia de esta modificación está en los registros periodísticos, de las lecturas del Comunicado hechas por la Plataforma Clamor Social por la Paz y por la oficina gubernamental referida” (Delegación de Paz del ELN) Y   en materia de apaciguamiento de la confrontación ofrece “bala señores”; pasadas las elecciones anunció el incremento del pie de fuerza y las acciones de guerra  contra la insurgencia, sobre todo contra el contra el temido Paisa, de quien se dice que no se le permitirá asistir como delegado en La Habana.

Como punto final,  quedan flotando en el ambiente soso de la paz y la guerra preguntas como: ¿a dónde  llevará la pobreza conceptual, ideológica y ética de los  dirigentes izquierdistas? ¿Se saldrá con la suya, por tan poco, Juan Manuel Santos? ¿En el futuro cercano tendrán  las locomotoras mineras transnacionales los rieles despejados para llevarse  nuestros recursos naturales?


martes, 17 de junio de 2014

"Habemus Presidente": mandato por la paz con injusticia social



Santos ha sido elegido nuevamente presidente de Colombia, con un 51% de los votos emitidos, en medio de una perenne crisis de legitimidad -la abstención nuevamente fue la ganadora, llegando al 52%, más 4% de voto en blanco. Más de la mitad del electorado no se acercó a las urnas pese al terrorismo histérico mediático, que de lado y lado describía panoramas apocalípticos después del 15 de Junio, o a las encuestas amañadas. El triunfo de Santos no debería sorprender a nadie: las elecciones no definen nada, sino que sancionan apenas, con un tenue barniz democrático, lo que ya estaba decidido. Con el respaldo del capital financiero, de los empresarios, de los EEUU y de la Unión Europea, era imposible que Santos perdiera. Como dijera el profesor Renán Vega en una entrevista “Las elecciones simplemente son como el cierre de esos proyectos en marcha que llevan mucho más tiempo de consolidación en el país en términos políticos [1].
Aunque un sector de la izquierda quiera ver este resultado electoral como un voto por la paz, o más aun, como el equivalente colombiano a Stalingrado o al Día-D (dependiendo de su persuasión ideológica) en la derrota del “fascismo”, lo cierto es que tanto el aumento en la votación de Santos como una cierta baja del abstencionismo, tienen más que ver con la fuerza aplanadora de las maquinarias electorales, particularmente en la Costa caribe [2], incluidas la compra de votos a granel y la mermelada para todos los gustos. Aunque es discutible el peso de la izquierda en el resultado electoral (en ciertas zonas hubo claras transferencias, incluida Bogotá, no así en otras), lo cierto es que la izquierda tuvo un rol clave no en decidir las elecciones, sino en ayudar a lavar la imagen de Santos ante la opinión pública.
Santos inicia un nuevo período de gobierno en la misma crisis crónica de legitimidad del régimen colombiano, pero con una imagen fresca. Este triunfo electoral y todo el manejo propagandístico que se hizo en torno al “candidato de la paz”, han ayudado a disociar su imagen de los falsos positivos, del bombardeo a Ecuador, de su catastrófica gestión social anti-popular, de su ministerio de guerra y de su ministerio de palmicultura, de todos los engaños y promesas incumplidas al pueblo campesino, de los tratados de libre comercio, de la impunidad militar, de la ley de seguridad ciudadana y la criminalización de la protesta… se ha echado una buena cantidad de tierra sobre los muertos de estos cuatro años en que el pueblo no ha dejado de movilizarse y ¿los presos políticos?, muy bien gracias. Santos emerge de la contienda electoral, indudablemente, con una imagen renovada.
Pero importantes sectores de la izquierda hicieron un poco más que esto. Además, al personalizar –junto a los santistas- el proceso de paz en la figura del presidente, han ayudado a que la paz, originalmente una conquista del pueblo movilizado (y en últimas hasta un deber constitucional), pueda ser redefinida en este segundo período de gobierno en los términos de Santos. El presidente tiene las llaves de la paz, ahora sí, bien guardaditas en su bolsillo y no las compartirá con nadie, a menos que sea hacia la derecha. Ya los analistas van sacando sus conclusiones: Santos ha logrado un mandato para avanzar en el proceso de paz, pero tendrá que hacer concesiones al 46% de votos uribistas que ellos interpretan como más mano dura [3]. El mandato por la pax santistaergo, incluirá bajar las “expectativas” a las FARC-EP y al ELN. Como dice el análisis de la Silla Vacía, el resultado electoral “quizás, ayude a focalizar la discusión en la mesa en lo posible, más que en lo deseable [4]. O sea, pisar el acelerador para lograr, cuanto antes, la paz con injusticia social. El análisis de Semana es aún más claro al definir que la pax santista consistirá, sencillamente, en “llevar las conversaciones de La Habana y las que se hagan inicialmente en Ecuador, Brasil u otro país con el ELN a que esas dos guerrillas acepten desmovilizarse y desarmarse [5]. La paz ha sido definitivamente divorciada de los cambios estructurales para superar las causas del conflicto; a lo mejor hay cambios que habrá que hacer, pero nada muy radical, aunque demagógicamente se invoquen “cambios profundos” que solamente pueden creer los más ingenuos [6]. En palabras del mismo artículo de Semana, “Santos no tiene, pues, carta blanca para negociar con las FARC. Las líneas rojas que su propio gobierno se trazó al emprender este camino han sido reforzadas y, si se quiere, reducidas por el resultado electoral”.
Santos logró algo histórico además en el plano político. Logró volver a recomponer el bipartidismo bajo los colores del uribismo y de su propia tolda. El término “oposición”, de hecho, ha sido apropiado –gracias a los manejos mediáticos y al encuadramiento electoral de la izquierda- por el uribismo, con quienes objetivamente, comparte más que lo que los divide. Santos es, sin dudas, un hábil jugador en medio de la debilidad estructural de su mandato. De hecho, debe ser en el mundo el único presidente de derecha, delfín de lo más granado de la odiada oligarquía, involucrado en groseras violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, que ha recibido un respaldo electoral importante por parte de la izquierda. En la práctica, Santos logró unir a la izquierda colombiana a un grado que no logró ni la candidatura de Clara López ni el paro agrario del 2014. Lo que demuestra lo astuta que es la oligarquía colombiana. Son unos berracos; no por nada llevan dos siglos en el poder, manejando uno de los Estados más reticentes a la reforma social.
¿Qué se viene ahora? Santos intentará consolidar su proyecto de la unidad nacional, conciliando con el uribismo, en torno al discurso de la paz minimalista en medio del recrudecimiento de la ofensiva. Recordemos que el mismo día que supuestamente se votaba guerra o paz, el gobierno se felicitaba por el presunto abatimiento de Román Ruiz, líder del Frente 18 de las FARC-EP (pese al cese al fuego unilateral), quien al final resultó no ser el muerto… o sea, otro falso positivo [7]. A la izquierda no tendrá que hacerle mayores concesiones porque no tiene capacidad de exigirlas. A algunos en la izquierda les tocará la mermelada (alcaldía de Bogotá), a otros con un plato de lentejas les bastará (por ejemplo, si les hacen la vista gorda ante casos de corrupción de ciertos familiares). Pero la mayoría tendrá que contentarse con las promesas de lentejas, porque las concesiones serán con la “oposición oficial” (uribismo). Lo que no impedirá que un sector se quede pegado con mermelada, lentejas y promesas, al “presidente de la paz”, secundando su mandato por la paz con la injusticia social con la esperanza de que el régimen sea un poco más “incluyente” (o sea, que los inviten a co-administrar los escalones más bajos del sistema que existe, abandonando toda ilusión de cambio social). Tal vez veremos más ritos indígenas de armonización, más treguas sindicales de 100 ó de 1000 días, y más dirigentes de izquierda diciendo que actualmente es inoportuno luchar, que no hay que desestabilizar, que hay que rodear la paz (o sea, rodear a Santos). El país político sesionando en pleno.
El voto táctico de la izquierda oculta en el fondo una derrota estratégica de ésta. Derrota que no es de las últimas dos semanas, sino que se arrastra de largo y que se ha expresado en su incapacidad de canalizar el descontento popular en un programa de lucha, en una renovación de la política y en deshacerse de los métodos de la política tradicional, metiéndole cuerpo al promisorio proyecto de unidad desde abajo que comenzó a forjarse en la Cumbre Agraria y Popular. Sólo tal vez así, se podrá llegar a más de la mitad del país que mira a la distancia, con asco e indiferencia, desde su pobreza y exclusión social, sin inmutarse, a ese país político ajeno. Lo único que podría inclinar la balanza hacia la paz con justicia social es la fuerza de la lucha popular, del pueblo organizado. Pero para ello hay que vencer los caudillismos y burocratismos de esa "ciudad letrada" que mira con desconfianza al bajo pueblo y a su iniciativa espontánea. Esa ciudad letrada que confía más en la negociación por arriba que en la capacidad de lucha de los de abajo. La izquierda oficial ha demostrado tener más capacidad para desmovilizar que para movilizar, más capacidad para elegir al mal menor que para ser alternativa política. Así las cosas, los dados parece que en este segundo período estarán inclinados hacia la paz en los términos de Santos. A menos que haya una asonada al interior de la izquierda que dé por el traste con los verticalismos, oportunismos, sectarismos, personalismos y todos los ismos que le impiden crecer y convertirse en alternativa política, no para el pueblo, sino que construida desde el pueblo. Si no, lo que nos espera, es el destino de ser Guatepeor: algo así como tener la violenta paz de Guatemala, pero elevada al cubo.

Notas:[1] http://www.lahaine.org/index.php?p=78255
[2] http://www.semana.com/nacion/articulo/elecciones-colombia-el-poder-electoral-de-la-costa/391918-3
[3] http://www.semana.com/opinion-online/articulo/hablarle-la-otra-mitad-por-jose-manuel-acevedo-m/392071-3 Digo “interpretan” porque ese 46% del voto no es más ideológico que el de Santos: también responde a maquinarias, mermelada, compra de votos, chocorazos y al sentimiento anti-santista. Pensar que el voto “uribista” es homogéneo es insostenible.
[4] http://lasillavacia.com/historia/elecciones-presidenciales-en-fotos-47921
[5] http://www.semana.com/nacion/articulo/habra-acuerdo-de-paz-este-ano/391888-3
[6] http://www.semana.com/nacion/elecciones-2014/articulo/juan-manuel-santos-llamo-la-unidad-por-la-paz/392061-3
[7] http://www.elespectador.com/noticias/judicial/policia-desmiente-muerte-de-guerrillero-alias-roman-rui-articulo-498468

(*) José Antonio Gutiérrez D. es militante libertario residente en Irlanda, donde participa en los movimientos de solidaridad con América Latina y Colombia, colaborador de la revista CEPA (Colombia) y El Ciudadano (Chile), así como del sitio web internacional www.anarkismo.net.  Autor de "Problemas e Possibilidades do Anarquismo" (en portugués, Faisca ed., 2011) y coordinador del libro "Orígenes Libertarios del Primero de Mayo en América
Latina
" (Quimantú ed. 2010). 

viernes, 13 de junio de 2014

El apocalipsis de Humberto de la Calle


Fuente imagen: La silla vacía.
Humberto de la Calle, el jefe liberal del equipo gubernamental en el proceso de paz de la Habana, al anunciar el 11 de junio 2014, la apertura de diálogos de paz con el ELN; lanzó la matriz mediática apocalíptica que viene impulsando la campaña de JM Santos, de que si triunfa Zuluaga “sería una catástrofe histórica”.
ANNCOL pregunta: ¿Catástrofe histórica para quién?
Dada la trayectoria política y la representación clasista que ha tenido desde siempre el doctor de la Calle, su estrecha amistad con el agente imperial Cesar Gaviria quien lo nombró en 1990 su ministro del interior, posición desde la cual rompió, ayudado por Horacio Serpa, el proceso de paz con las FARC y el ELN que se desarrolló en Caracas y Méjico en 1991. Luego vicepresidente del presidente liberal Samper en 1994. Y en el año 2000 en el gobierno de Pastrana cuando se inició el proceso de paz del Caguán, nuevamente ministro del interior de ese gobierno; hay que considerar a nombre de qué clase social habla. Desde luego no es a nombre de las clases populares explotadas que habla, sino todo lo contrario, a nombre del bloque de Poder dominante, conocido más popularmente como oligarquía neoliberal colombiana, de quien es vocero.
Después de haber dejado pasar de largo y frustrar 4 procesos serios de paz con las guerrillas colombianas, con la pretensión inútil de derrotarlas para sentarlas a negociar su rendición, ahora 60 años después de haber utilizado todos los medios políticos y militares con que cuenta el actual Imperialismo Mundial, le entra a la oligarquía colombiana, una prisa apocalíptica. ¡Es una catástrofe histórica!, dice de la Calle, si se rompe el proceso de paz actual.
Hay quienes tienen otra opinión a la vocería del doctor de la Calle y del afán que de pronto lo está embargando. Basta hacer un somero análisis tanto interno como externo de la situación actual del conflicto interno colombiano, para entender como sus versos nadaístas y escabrosos que solía declamar a media noche en el cementerio de Manizales y con los que hoy piensa aterrorizar a los colombianos para que voten por Santos, no son más que eso: Versos.
Primero que todo, hay que ir a la causa principal del actual conflicto interno colombiano: La intervención Imperialista del gobierno de los EEUU, que desde la muerte de JE Gaitán en 1948, ha soportado militar, financiera, política y diplomáticamente, la guerra contra el pueblo trabajador colombiano bajo los disfraces de múltiples planes militares contrainsurgentes como el Plan Lasso (1964), el Baile Rojo (1985) el Plan Colombia (1997) el Plan Patriota (2003) el Plan espada de honor (2011) ect
Hoy, después de las derrotas político-militares en Siria, en Irak, en Afganistán, en Venezuela, en África subsahariana, en Crimea, ect. El Imperialismo Yanky ha empezado a entender lo difícil que resulta continuar siendo el POLICIA UNICO del mundo en medio de una crisis mundial generalizada y profunda como la que se está atravesando. Y es en este contexto que, hay que encuadrar las declaraciones de la Sra Hillary Clinton y del Departamento de Estado del actual gobierno de Obama, cuando expresan su apoyo irrestricto al proceso paz de la Habana y al que se ha abierto con el ELN.
Segundo: desde el punto de vista político y diplomático general, es obvio que la teoría esencial de la insurgencia de hallar una Solución Política al conflicto colombiano, tal y como se está desarrollando en la Habana, es la vía más favorable, humana y democrática, tanto para el pueblo trabajador colombiano ansioso desde hace 60 años de tener siquiera un día de paz y no seguir siendo víctima del Terror consuetudinario del Estado; como también para la clase dirigente, que podrá quitarse el gasto militar y podrá así mismo desarrollar mejor sus negocios. Sería un gana- gana.
Pero miradas las cosas desde la escueta resistencia popular y de masas a este Terror fascista del Estado, es muy probable que la actual situación de “negociar en medio de la guerra” con sus bombardeos de exterminio indiscriminado y de represión popular adelantada por el actual binomio neoliberal gobernante Santos-Pinzón, no difiera mayormente a la que pueda desarrollar un hipotético gobierno de Zuluaga-Uribe.
Por una razón muy sencilla: Las Fuerzas Armadas de Colombia (legales e ilegales) han llegado a su tope tanto militar como financiero, económico e internacional. No pueden dar más. Y por esta razón, también buscaron el acuerdo político con la Insurgencia.
Así que, si Zuluaga gana la presidencia apoyado por los votos de las familias de los policías y soldados del ejército colombiano con sus paramilitares y demás poderes facticos, y decide romper el proceso de paz de la Habana y abortar el iniciado con el ELN, la situación quedará reducida a la “capacidad y tiempo que dure la resistencia de masas sostenida por la Insurgencia colombiana unida”.
 Se habrá confirmado en la práctica, una vez más, la vieja consigna leninista de que la resistencia popular de masas es la UNICA victoria contra el fascismo.
Es claro que el coletazo fascista de romper los procesos de paz le costarán al pueblo colombiano “mucha sangre sudor y lágrimas”, como le gustaba decir a Churchill el ídolo teórico de JM Santos, lo que obviamente nadie espera ni quiere. Pero tampoco será un apocalipsis mayor al que se está viviendo actualmente, como lo deja ver el doctor de la Calle.
Claro que si se agota directamente por la Oligarquía esta última posibilidad de paz en Colombia; ya no les quedará, como clase social dirigente, otra oportunidad sobre la tierra.
Si a esto se refería la “catástrofe histórica” del doctor de la Calle, entonces sí que estaríamos de acuerdo.

martes, 10 de junio de 2014

Revolución vs. Estado. La confrontación pendiente.

Homar Garcés

Es muy fácil formular conjeturas respecto a la suerte futura de la revolución bolivariana, en especial cuando estás nacen de la incertidumbre creada por la desaparición física de un líder carismático como lo fue, sin duda alguna, Hugo Rafael Chávez Frías, un subversivo en Miraflores que supo entender su papel histórico en la conducción de un proceso de cambios que ya venía gestándose en Venezuela mucho antes de 1992. Ahora, frente a la coyuntura creada, básicamente, por la crisis en el orden productivo nacional y en el abastecimiento de ciertos rubros necesarios, la escasez y especulación en relación al dólar, además del burocratismo y la corrupción administrativa, no son pocos los analistas que ya anticipan, no sin cierta resignación, que estaría pronto el final de todo el proceso revolucionario bolivariano socialista al observarse que gran parte de lo hecho y predicado por el Comandante Chávez sólo ha servido para apuntalar el caduco Estado liberal-burgués bajo la dirección de una burocracia político-partidista corporativa que busca minimizar e impedir de cualquier modo y por alguno u otro motivo todo lo referente a la organización y a la activación protagónica de los sectores populares revolucionarios.

Esta situación bizarra en un proceso revolucionario, como el bolivariano socialista, que se estaría fundamentado esencialmente en el protagonismo y la participación del pueblo, sustituyendo al Estado tradicional por otro más adecuado a la nueva realidad venezolana, estaría conspirando contra la posibilidad de concretar realmente una revolución de carácter popular y socialista. Tal pareciera que al nuevo estamento político poco le importara lo que ocurre aguas abajo, de ahí que pareciera no acertar con medidas eficaces que reduzcan el impacto de las maniobras desestabilizadoras de la oposición y de sus mentores extranjeros. Por ello, mucha gente del chavismo de base comienza a decepcionarse y a apartarse del activismo político al percibir en el comportamiento de sus dirigentes la misma ambición de poder de sus enemigos ideológicos, a tal punto que semejante decepción -de extenderse masivamente entre las filas chavistas- podría precipitar situaciones que, en el corto tiempo, harían inestable el gobierno de Nicolás Maduro Moros (lo mismo que el proceso revolucionario bolivariano socialista).

Haría falta (si así llegaran a entenderlo alguna vez, con sensatez, quienes representan la dirigencia chavista) un sacudón hacia lo interno y jugarse el todo por el todo con el protagonismo y el debate crítico y propositivo de las bases chavistas, como lo manifestara recientemente este 6 de junio el Presidente Maduro en asamblea celebrada con las Unidades de Batalla Bolívar-Chávez (UBCH) del estado Miranda. Y entender que esto significará, en cualquier nivel y propósito, una confrontación pendiente e inevitable entre la Revolución y el viejo Estado que se niega a desaparecer, producto de la inmadurez de las condiciones subjetivas necesarias de aquellos que tienen la responsabilidad de administrar las diferentes estructuras públicas. De otra forma, se correría el riesgo de condenar al proceso revolucionario bolivariano socialista a su total extinción, por lo que la advertencia hecha por Chávez en su alocución del golpe de timón resultaría algo más pertinente en éste y en todo otro momento.-        
 
Maestro ambulante
¡¡¡Rebelde y Revolucionario itinerante!!!
 ¡¡¡Hasta la Victoria siempre!!!
¡¡¡Luchar hasta vencer!!!

domingo, 8 de junio de 2014

¿La mal llamada izquierda colombiana tras la paz o tras una cucharadita de la mermelada de Santos?

 Libardo Sánchez Gómez

La alineación de la mal llamada izquierda en torno a la paz santista evidenció la colosal inconsistencia ideológica y conceptual o, por lo menos, la alta dosis de ingenuidad y/o oportunismo, de aquellos  que se hacen llamar izquierdistas o “izquierdoides” en Colombia. También quedó en claro que tras ese fervor por la paz Santista  hay un  velado anhelo por lograr una cucharadita de mermelada.   Todo el mundo coincide en que la diferencia entre la  solución a la guerra civil colombiana propuesta por Santos y la de    Zuluaga    “…no es más que una farsa, un escenario mediático que pretende trasladar a la inmensa mayoría de colombianos, la responsabilidad por una guerra de la que los únicos responsables son las dos facciones políticas oligárquicas y violentas que se disputan hoy el control del Estado en Colombia”  (Timoleón Jimenez Timochenco. Del dilema mediático al dilema real. Anncol, Junio 06 de 2014) El mismo Timochenco hace ver “…que el Presidente Santos fungió como ministro estrella del segundo gobierno de Álvaro Uribe Vélez, que fue él quien anunció con júbilo al país el ataque del 8 de marzo de 2008 en Sucumbíos, que no puede evadir su responsabilidad en las repudiables crímenes denominados falsos positivos, que fue él quien al tiempo de comunicar la muerte del Comandante Jorge Briceño, conminó furioso a la rendición y entrega de las FARC, so pena de ir a por ellas, que fue él quien ordenó el asesinato del Comandante Alfonso Cano mientras intercambiaban mensajes en torno a un posible proceso de conversaciones, y quien incluso reconoció haber llorado de felicidad al conocer la noticia. Mal puede presentarse como el hombre de la paz”. Y se sabe de sobra que la paz de Juan Manuel no es más que un caramelo reeleccionista, el que se agotará una vez pasen las elecciones salga quien salga elegido. Post elecciones presidenciales, vendrán los inamovibles del régimen, no dejar de lado que no será Santos ni Zuluaga quienes decidirán qué acordar con la insurgencia;  eso   depende de los intereses de dominación geoestratégica del Pentágono.  Siguiendo  a Timochenco, “Santos menosprecia cualquier reforma de amplio contenido democrático, o que implique el menor cambio en la inequitativa distribución de la tierra y la riqueza en el país”.  Así mismo sostiene  el jefe guerrillero que la paz de Santos,  “implica necesariamente que todo siga igual. Que no se toquen para nada las causas que han originado la confrontación del último medio siglo en Colombia”; y agrega, “…no escuchamos una sola palabra de sus labios que significara algún estímulo esperanzador o que tuviera la aptitud de inspirar confianza en los sectores populares afectados por las políticas de su gobierno”.

Queda claro que,  al final de la partida, Santos y Zuluaga expelerán el mismo miasma putrefacto de los cadáveres de campesinos y luchadores sociales que dejen militares y paramilitares regados por campos y ciudades a lo largo y ancho de la nación, pues si las FARC no deponen las armas tan solo por algo de plata y unas cuantas  curules la guerra se prolongará ad infinitum.

Es interesante escudriñar un poco acerca de la motivación interna que llevó a los diferentes partidos y movimientos sociales y políticos a sellar el consenso universal en torno de la paz de Juan Manuel Santos. En la flamante jefa del Polo Democrático, Clara López, miembro  del clan del 1% que domina al país, es entendible su voto por Santos tanto por afinidad de clase como por sacarse el clavo con su antiguo novio  Álvaro  Uribe Vélez, dueño del Centro Democrático, por haberla traicionado con Lina. Respecto de la jefa de La Unión Patriótica la señora Aida Avella ésta llegó un poco desorientada (atarantada diría mi abuelo) luego del prolongado exilio en Europa, tanto que, con su reciente aventura electorera, logró  la extinción definitiva de la UP.  Del Polo Democrático, en honor a la verdad, hay que reconocer la coherencia del senador  Jorge Enrique Robledo (de oposición pero no de izquierda) un capitalista socialdemócrata de talante keynnesiano alejado de cualquier concepción socialista, quien no se dejó arrastrar por la marea santista; Robledo, manifestó de manera tajante que nada le identificaba con Juan Manuel.


En cuanto a los  jerarcas del partido Comunista históricamente han sido proclives a las alianzas con la derecha e incluso con sectores de ultraderecha (recordar la alianza con el jefe paramilitar César Pérez: http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/06/no-me-muevo-y-punto-porque-no-puedo.html)) luego no es raro en ellos el fervor por la paz santista; el propio Lozano dice que “La paz es Posible” y que, a toda costa,  hay que firmarla,  sin importar mucho lo que se logre a cambio de la dejación de armas.

No es de extrañar tampoco la actitud de varios jefes de algunos sectores indígenas (Acin,  Cric,   Proyecto Nasa,  Proyecto Global y algunos autoridades de los cabildos indígenas) los cuales generalmente avanzan por caminos separados de sus bases como lo ha  denunciado la    COORDINACIÓN DE ASOCIACIONES INDÍGENAS DEL CAUCA CAIC (http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com/2013/05/la-rebelion-de-las-bases.html)   

La  posición a favor de la paz de Juan Manuel Santos de  los sectores agrarios es variopinta; la abrupta terminación del Paro Agrario Nacional, dejó en el ambiente la sensación de alineación de los campesinos al lado de Santos; pero algunos voceros de Dignidades Agropecuarias han hecho explícita su adhesión a Zuluaga. A  través del twitter los campesinos  le advierten   a César Pérez: “cuidado con torcer la rabadilla” y éste contesta: “Cuando estaba Uribe si no eras uribista te acusaban de guerrillero. Si ahora no estás con Santos te acusan de uribista. Basta de desinformar”,  y afirma claramente que no está ni con uno ni con otro candidato. Varios de los  voceros agrarios representan a las clases de campesinos pudientes (Dignidades Agropecuarias) y no son tan difíciles de caramelear ya que sus aspiraciones no van más allá de que se les mejoren las condiciones de competitividad, es decir, sus ingresos, este grupo no busca  solo la mermelada de Santos sino las promesas de guerra de Zuluaga; no obstante,  la gran mayoría (Cumbre Agraria, Campesinos del Catatumbo, etc.) representan a los pequeños campesinos y a los sin tierra; y es de esperar que la mayoría de estos líderes del sector rural no se dejarán confundir con los cantos de guerra y paz  de uno y otro candidato. La paz, entre otros, es tierra para el que la trabaja, es no paramilitarismo, es no  entrega de los recursos y la soberanía a las potencias extranjeras; paz, también,  es no a los TLc’s indiscriminados; paz es educación y salud gratuitas; y nada de eso se podrá lograr con Santos ni, por supuesto, con Zuluaga.


Como punto final al cuento de la paz santista viene a la mente una pregunta de hondo calado al comandante  Timochenco, ¿si se sabe que ni Santos ni Zuluaga pueden firmar acuerdos que impliquen transformaciones económicas, sociales, políticas y culturales al modelo actual a favor de las mayorías, qué siguen haciendo las FARC en La Habana?