lunes, 29 de febrero de 2016

Plan paz Colombia otro capítulo de ignominia y colonialismo


Libardo Sánchez Gómez*

 El  Plan Colombia fue una maniobra trazada por el imperio USA para combatir la oposición armada y, supuestamente, al narcotráfico.  Una  vez se cumpla la dejación de armas por parte de las FARC,  se convertirá en  el Plan Paz Colombia.   Será   un componente fundamental de una nueva etapa colonialista. El nefasto Plan Colombia no fue otra cosa que la estrategia del imperio para salvar  la oligarquía de la inminente derrota a manos de la guerrilla. Quince años de intromisión le  costaron al imperio en asistencia técnica, militar e inteligencia  alrededor de 10 mil millones de dólares y al pueblo pobre de Colombia litros de sangre y torrentes de dolor. Con esa  “ayuda” se desplazaron  violentamente millones de personas; de acuerdo con la Unidad de Víctimas del gobierno nacional de 1985 a 2014 se habían desplazado 6.200.000 personas.  Durante  el Gobierno de Pastrana se desplazaron alrededor de 1.700.000 hombres y mujeres. En el primer gobierno del presidente ex extraditable No. 82 Álvaro Uribe Vélez  se desplazaron  1.854.786 colombianos. Y en el segundo mandato gracias a su  "seguridad democrática"  el desplazamiento   alcanzó la cifra de 1.457.697.  El Plan Colombia, también,  sirvió como paraguas para todo tipo de violación de los derechos humanos, los llamados falsos positivos fueron el súmmum de la degradación humana.  Según  la Fiscalía General de la Nación alrededor de 5 mil civiles fueron presentados como "bajas" a la guerrilla.  En fin, los dólares gringos y, desde luego, los ingentes recursos propios invertidos en represión y  degradación de la condición humana  fueron botados infructuosamente en la manigua;  las bombas y la salvaje represión no fueron suficientes para doblegar al pueblo en armas;  no obstante,   para derrotar a la insurgencia  sólo bastó  con  llevarlos a La Habana y  sentarlos  a proponer,  discutir y pedir cuanto  les viniese en gana, una catarsis liberadora, pero   sin resolver mínimamente las causas objetivas que les obligaron a empuñar las armas. Está claro que la oligarquía jamás permitirá  transformación social alguna. En La Habana se han dado largas pero estériles discusiones entre gobierno e insurgencia en torno a temas esenciales  como el de la estructura de la tenencia tierra y territorios.  Al respecto, el Gobierno con desfachatez e insolencia sacó adelante la Ley de Las Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social  ZIDRES,  con la cual podrá entregar grandes extensiones de tierra a las transnacionales, en contra del espíritu de una urgente reforma agraria que permita democratizar el campo, y los negociadores de las FARC ni se inmutaron.

Es de esperar que esos aproximadamente ocho mil millones de pesos colombianos diarios,   hasta ahora malgastados,  en adelante sirvan para proporcionar educación gratuita en todos los niveles; por cierto, Colombia es el único país en el mundo donde no hay gratuidad en la educación superior ni siquiera la virtual; en  el aspecto educativo estamos por debajo de Haití.   También, se podría ofrecer salud de calidad y seguridad universal para todos y cada uno de los colombianos.  Pero desafortunadamente eso no será posible.  Los  dólares gringos sólo servirán para continuar causando dolor y humillación a vastos sectores populares sobre todo los rurales.   Cambia la forma pero el fondo será el mismo inspirado en la idea del “enemigo interno” y la “seguridad nacional”, centro del accionar de las fuerzas militares (http://libsang-elviajeroysusombra.blogspot.com.co/2016/01/identificando-al-enemigo-interno.html) Hay que anotar que esta orientación no es ni será de  resorte local sino que responde a asuntos geoestratégicos del imperio.   Por tanto a quienes  dejen las armas y se inscriban en la lucha política se les aplicarán  los manuales de contra- insurgencia (1979)  los cuales especifican claramente que se deben combatir “los paros, los movimientos populares, las huelgas, las organizaciones  estudiantiles y el movimiento sindical”.


El  nuevo Plan Paz Colombia, también, contempla continuar con el combate al narcotráfico, pero será un engaño más,  de todos es sabido que la Agencia Antinarcóticos gringa  DEA, es una entidad dedicada no al combate de los estupefacientes sino a su control.  Afganistán es el  ejemplo clásico, respecto al cultivo del opio,   el Bureau de Drogas y Crímenes de la ONU, manifiesta que “con la llegada de EEUU se habría incrementado de forma considerable el cultivo de la adormidera, pues en el 2007, el 93% de los opiáceos del mercado mundial procedían de Afganistán y en la actualidad, la superficie de tierra dedicada a la producción de opio en territorio afgano superaría al del cultivo de la coca en América Latina, siendo el opio y la coca las principales fuentes de financiación de una CIA convertida en la mayor trasnacional de la droga”. Según el mismo informe “…desde 2004 un billón de dólares del tráfico de opio habría sido utilizado para financiar la guerra en todos los frentes”,  y no hay que olvidar que el dinero generado   “en su mayoría es blanqueado en Wall Street por organizaciones pantalla vinculadas a la CIA…” (Contrainjerencia.  Opio y coca convierten a CIA en la mayor trasnacional de la droga. Enero 30 2106)  En Colombia se sigue la misma trama,  según  la revista Semana, “…La realidad es que 15 años después de implementar esta política de erradicación, Colombia sigue cultivando hoja de coca y produciendo y exportando cocaína a los mercados ilegales de Estados Unidos y Europa(¿Plan Colombia o Paz Colombia? 4 feb. 2016).

La oligarquía para mantenerse en el poder  seguirá profundizando los lazos de dependencia y sometimiento; el imperio dispondrá no sólo de las bases militares sino de todo el territorio, para sus fines de dominación geoestratégica.    Los   gringos continuarán disfrutando de inmunidad absoluta, podrán   violar a las   menores de edad (su especialidad) que se les antoje sin tener que responder ante nadie.   

Ahora sin armas, para el imperio y la oligarquía todo les será más fácil. Los desmovilizados de las FARC (probablemente el ELN no se deje arrastrar por el mismo cause de esa “paz boba” aceptada por las FARC) serán recibidos a la vida política por una sociedad derechizada y totalmente  desideologizada. Para entender mejor la realidad social actual colombiana nada mejor que las palabras de ILKA OLIVA CORRADO (Las guerras sucias contra la región. 2016) “Esas masas desinformadas son manipulables por indolentes y por su carencia de sentido común y de criterio propio; son marionetas, son aguas revueltas, son el comodín y la escalera, parte de esa estructura que desde un sistema colonial va de estocada en estocada hacia su propio pueblo”.  Desafortunadamente   los intelectuales, la pobrería y la clase media carecen de conciencia de clase. Incluso a la dirigencia de la llamada “izquierda” les gusta el modelo de producción capitalista, “con rostro humano”, como si eso fuere posible. Para  la misma Ilka esto “es el resultado de una educación a nivel superior que desde una visión colonialista  utiliza y extermina todo pensamiento propio. Es la falta de integridad, de conciencia y  de humanidad de una clase media latinoamericana que baila al son que le toquen”. Se espera que las FARC conserven la línea política progresista de tinte marxista-leninista trazada por Jacobo Arenas y Manuel Marulanda.  Ojala no terminen convertidos en Petros, Navarros o, peor aún, en Bustamantes. Finalmente hay que decir que  Plan Colombia y Paz Colombia… son la misma…. con el mismo hedor.


*DMV. U Nacional de Colombia. MSc. Economía. PU. Javeriana. Esp. NAS. Profesor universitario.

viernes, 12 de febrero de 2016

Los comunistas debemos dar un paso al frente


by el comunista
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André Abeledo Fernández*
No creo que sea posible construir una sociedad socialista basada en el buen hacer de una supuesta élite pensante, del mismo modo que no se puede empezar una casa por el tejado, desde la nueva política nos llegan ecos de las catacumbas del pensamiento, los que nos definen a los comunistas como algo del pasado, repiten en cambio sin ruborizarse las consignas de la revolución francesa y nos devuelve a aquella revolución burguesa de 1789.
Los de la nueva política que niegan la vigencia de la lucha de clases como motor de la historia y entienden que el comunismo quedo enterrado bajo los escombros de la caída de la URSS en 1991, repiten en pleno siglo XXI un discurso sacado del siglo XIX, el del ciudadanismo, el del nepotismo ilustrado, parece oírseles gritar, colóquese quien pueda, es nuestro momento, ahora o nunca, es un momento histórico, el fin del bipartidismo, pero no dicen ni una palabra del capitalismo, que es el verdadero problema para la mayoría, para las trabajadoras y trabajadores, para la clase obrera.
Utilizan un nuevo viejo lenguaje donde todo vale, un día se definen como ni de izquierdas ni de derechas y al día siguiente hacen un llamamiento a la unidad de la izquierda, y yo me pregunto, ¿se puede ser de izquierdas y no ser antisistema?, y me respondo un rotundo NO SE PUEDE. 
Por activa o por pasiva los que participan de esta nueva política están siendo cómplices de la oligarquía en su lavado de cara, en su cambio de cromos para que nada cambie, primero en la segunda restauración borbónica, que ha pasado de puntillas sin la menor contestación por su parte, me atrevo a decir que hasta con su apoyo, y van a ser cómplices de una segunda transición donde el mayor aporte a la democracia será multiplicar la opción de voto de dos a cuatro partidos.
No niego por otra parte la necesidad imperiosa de acabar con el bipartidismo, como dijo muy acertadamente George Bernard Shaw"A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos rápido...y por las mismas razones.", pero la izquierda rupturista y sobre todo los comunistas no podemos perder de vista el verdadero objetivo de construir una sociedad socialista, no podemos olvidar en ningún momento que el problema es el sistema, que no se trata tan solo de que personas más o menos honestas lleguen a las instituciones burguesas, porque el sistema capitalista tiene como base la explotación del hombre por el hombre, el abuso, la represión, y como mal endémico la corrupción inherente a la acumulación de capital en manos de unos pocos.
Ese cuento de adaptar el discurso, significa entender al obrero como un ser discapacitado, como alguien incapaz de entender su situación, eso de decir las cosas de otra manera para no asustar a los votantes, significa dar por hecho que las trabajadoras y trabajadores son borregos que siguen al pastor, mentes débiles y sugestionables incapaces de entender cómo funciona el sistema que necesitan de un mesías que los guíe hacia el buen camino, o hacia el matadero, según tenga el día el tal mesías, significa rendirse ante la teoría del Darwinismo social y pretender ejercer la caridad con la clase obrera.
Los comunistas sabemos que todo eso es mentira, que la caridad es un insulto, que los derechos no se mendigan, que se conquistan, no pedimos nada a nadie, exigimos justicia social no tan solo solidaridad, creemos firmemente en el ser humano, en la capacidad de la clase obrera para tomar las riendas de sus propias vidas, para organizarse, para instruirse, para construir, para tomar el poder y defender los intereses del 99% de la humanidad, y hasta del planeta Tierra, porque el capitalismo es una infección mortal para los pueblos y para la naturaleza, es un voraz consumidor de recursos, es un rápido aniquilador de especies, es una terrible enfermedad capaz de ofrecer en sacrificio a toda la humanidad a su único dios, un dios con muchos nombres, el dinero, los mercados, la deuda, en definitiva el capital.
Los comunistas conscientes de esta amenaza tenemos el deber de organizarnos, de no escondernos, de reivindicarnos, de recuperar el prestigio del comunismo entre las filas de la clase obrera, de hablar claro, de perder el miedo, de ser la vanguardia y la punta de lanza en todas las luchas, en todas las organizaciones de masas, porque “sin organización revolucionaria no hay movimiento revolucionario.
Camaradas llego el momento de dar un paso al frente, la consigna es audacia, audacia y más audacia.
¡PROLETARIOS DEL MUNDO UNÍOS!
*Concejal de Esquerda Unida en el Ayuntamiento de Narón, Coordinador Local, y Sindicalista
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lunes, 8 de febrero de 2016

Miseria en la yugular del capitalismo




Marco el número de teléfono y llamo, me atiende la recepcionista de la clínica, quiero hacer una cita con un ortopedista, me explica los requisitos, es una clínica exclusiva para gente paria. Solo los olvidados y explotados del sistema asisten a ese tipo de clínicas en Estados Unidos. Soy una de ellos, mi salario como indocumentada no da para pagar una clínica privada y no tengo seguro médico para ir a un hospital del sistema.


El requisito principal es ser paria, el segundo llevar una carta autenticada donde se especifique el salario, ¿qué patrono quiere darle una carta autenticada a un trabajador indocumentado? Por suerte mi patrono actual accedió.

El día de la cita llego a la clínica y me encuentro con mundos de gente esperando para ser atendidos. Es invierno y la temperatura está a -18 grados centígrados, no hay calefacción en el edificio. Me comenta una de las personas que está en la línea de espera que el sistema de calefacción lleva varios días descompuesto.

Abro paso entre el tumulto para llegar a la recepción, me atiende una afro descendiente que al notar que soy latina cambia el tono y se dirige hacia mí con desgano, con el inglés remarcado para que lo entienda y no tenga que verse en la necesidad de repetirlo dos veces. Mientras habla hace señas, es una práctica muy común en este país que utilizan los estadounidenses con quien no entiende inglés, y esta persona hará todo lo posible por buscarle significado (el que sea) a las gesticulaciones, lenguaje corporal y a los ademanes, es un modo de sobrevivencia para recién emigrados que no hablan inglés.

La observo atenta y presto atención a lo que me dice, tengo que pasar a caja, entregar mi carta autenticada y confirmar la cita programada. En caja me atiente una latina, me habla en inglés, me explica los pormenores: que debo pagar $30 dólares por consulta, pero revisa mi carta y nota que mi salario está muy por debajo del salario mínimo, corrige la cifra y me dice que solo pague $20. Me manda a la sala de espera.

Llevo un libro de poesía para leer mientras espero, pero no puedo, me abruma el frío del invierno que hace tiritar a las personas que están en línea de espera, latinas y afro descendientes, no veo a un solo estadounidense anglosajón, asiático o europeo. Los que estamos ahí somos los parias de los parias. Las dos partes de la población estadounidense que se pelean los trabajos que otros no quieren hacer, por sucios, cansados, mal pagados.

Tengo el libro en mis manos pero la mirada extraviada entre los zapatos rotos de las madres que esperan con sus hijos en los brazos. Pienso en la temperatura, -18 grados centígrados. Adultos mayores en sillas de ruedas también tiritando del frío. El personal de la clínica pasa de un pasillo a otro, caminan con ese desgano de quien está en el trabajo equivocado. Quisiera pensar que esa fatiga se debe al sobrecargo de trabajo, a las pocas horas de sueño, a penas personales pero hay algo inhumano en el trato hacia los pacientes; no los ven a los ojos, no son personas, son números, casos y enfermedades.

Como los indocumentados para los medios de información afines al “sueño americano” para estadistas, sociólogos, “defensores de derechos humanos de los inmigrantes” para cineastas, políticos, para ese sector que ve en nosotros un trampolín para beneficio personal. Para ellos somos números y remesas. Jamás nos verán como seres humanos en todo el contexto.

Lentamente se va formando un nudo de sal en mi garganta, respiro profundo y sigo observando, personas en andrajos con apariencia de indigentes, latinos y afro descendientes, muchos mexicanos y centroamericanos. Puedo notar que gran parte del personal es puertorriqueño o de descendencia puertorriqueña. Las paredes manchadas y con la pintura descascarándose, puertas oxidadas, sillas despintadas, todo aquello en decadencia. Un aspecto lúgubre y deprimente. Y tal como en los hospitales públicos de mi sufrida Guatemala, las medicinas de las recetas las compra el paciente por aparte. En un momento me sentí en el trajín del hospital San Juan de Dios, pero esta clínica lo supera en deterioro. Observo el techo y el cielo falso está a poco de desprenderse.
Vaya, -digo para mis adentros- la miseria en la yugular del capitalismo. La clínica está a pocas cuadras del centro de la ciudad, del glamur, de los rascacielos, de ese rostro estadounidense de la opulencia con el que los medios venden la treta del país más rico del mundo. La clínica es tan solo una radiografía, una pequeña revisión general, unas pastillas para el dolor, porque las enfermedades realmente serias son tratables solo en hospitales y nosotros los indocumentados no tenemos acceso a ellos. Quienes más mueren por enfermedades terminales en este país son latinos y afro descendientes, porque sus bajos salarios no alcanzan para pagar esos tratamientos costosos que se vuelven privilegio de unos cuántos. Si es muy difícil para estadounidenses que ganan el salario mínimo, para indocumentados es un imposible, pues no hay acceso y los salarios son de insulto.

Cómo es posible –pienso en mis adentros mientras observo la calamidad- que este país invierta millones de dólares en guerras, en invasiones a otros países, en sobornos, en polarizar la información, en cárceles para indocumentados, en deportaciones si aquí dentro hay tanta necesidad. Me repica en la cabeza la canción de Víctor Jara, “las casitas del barrio alto” y es tan real en este país, una autopista divide el norte del sur, en el norte de la ciudad están los rascacielos y en el sur la pobreza extrema, la decadencia injustificable. ¿Por qué no invierte en darle mejor calidad de vida a quienes viven dentro de su país y deja de andar haciendo desastres con su política externa? ¿Por qué no hace realidad la Reforma Migratoria en lugar de andar firmando Acciones Ejecutivas contra otros países? Que se preocupe por su política interna y que no meta las narices en gobiernos ajenos.

¿Por qué lo medios de comunicación no informan de esto, de esta calamidad a todas luces en este país? ¿Por qué se sigue engañando a las masas con la mentira de un sueño americano que nunca ha existido? ¿Por qué se sigue entrevistando a “latinos o emigrantes éxitos” cuando la realidad es otra y nos escupe el rostro todos los días. ¿Por qué se trata de ocultar a toda costa el hedor de la alcantarilla donde los pobres se pudren en la miseria? ¿Lo que abruma, lo que encara, lo que cuestiona? Este país con una clase política soberbia, de unos cuantos millonarios que se creen dueños del mundo y de vidas también tiene miseria, pobreza extrema, sus ciudadanos tienen necesidades básicas que el sistema no cubre por estar invirtiendo en invasiones a tierras extranjeras.

Cualquiera también soberbio e ignorante dirá, ¿pero por qué se van a ese país si tienen el suyo? ¿Por qué se van a limpiarles los baños a los gringos y a mendigar? La pregunta no es por qué se van, o por qué limpian baños, la pregunta es, ¿por qué los gobiernos del país de origen los obligan a migrar? La pregunta no es para quienes se ven forzados a migrar, la pregunta es hacia el sistema, hacia los gobiernos, hacia las sociedades indolentes. Hacia las sociedades que no hacen nada por cambiar el sistema colonizador, racista y clasista que obliga a los parias a migrar. ¿Qué harán esas sociedades y esos gobiernos para detener las migraciones forzadas? ¿Qué harán para que los que se fueron regresen a un país que les ofrezca oportunidades de desarrollo? ¿Qué harán para otros no se vean forzados a migrar?

La pregunta es hacia la política externa de este país, ¿cuándo dejará de invadir países y de comprar y manipular gobernantes y sistemas? ¿Cuándo los dejará ser en plusvalía propia para que esas masas no se vean obligadas a migrar? No quiere migrantes indocumentados en su territorio pues que deje de invadir países.

De la puerta de la sección de medicina interna sale una enfermara afro descendiente, tiene una hoja en la mano y llama a una tal Ilka Oliva, es mi turno, me levanto y camino hacia donde me indica, de mala gana me toma la presión. Me vuelve a decir que espere afuera, después de un tiempo que me parece interminable sale otra enfermera que me llama y me lleva al cubículo del médico que me atenderá, es una doctora latina que me dice habla muy poco español y que si hablo inglés se facilitaría bastante. ¿Cuál es su razón de consulta? Una lesión de ligamentos en una de mis rodillas.

Salgo de la clínica gélida, lúgubre y deprimente a encontrarme con la intemperie del invierno estadounidense, me detengo en una esquina esperando que cambie de color el semáforo para darle el paso al peatón, a unas cuadras luce ostentoso el centro de la ciudad con los rascacielos como metáforas de un capitalismo que le apuesta al consumismo y a la degradación humana. Por las mismas avenidas caminan indigentes buscando un plato de comida. ¿Otro mundo es posible? ¿Para cuándo?

Ilka Oliva Corado. @ ilkaolivacorado contacto@cronicasde unainquilina.com
Blog de la autora: Crónicas de una Inquilina

miércoles, 3 de febrero de 2016

Increible: Oxitec, una empresa británica, “inventó” el virus Zika


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HISPAN TV – La dramática propagación del virus del Zika, que mantiene en vilo a todo el planeta, podría haber sido causada por la presencia en Brasil de mosquitos modificados genéticamente.
Mientras expertos internacionales en salud se reunieron el lunes en Ginebra (Suiza) para discutir el estallido y las posibles curas del virus Zika, surgen preguntas sobre si los mosquitos desarrollados por una empresa británica pueden estar detrás de una epidemia que comenzó a propagarse en América a través de Brasil y ya ha contagiado a 20.000 personas en Colombia.
A mediados de 2012, la compañía de biotecnología británica Oxitec, creada por científicos de la Universidad de Oxford, liberó insectos modificados con el objetivo de reducir la población general del mosquito que propaga el dengue, el virus Zika y el chikunguña en el noreste de Brasil.
En aquel momento surgieron preocupaciones sobre la liberación de estos mosquitos modificados genéticamente sin haber realizado más estudios sobre posibles efectos secundarios.
“Es un enfoque muy experimental que aún no ha tenido éxito y puede causar más daño que bien”, advirtió en 2012 la doctora Helen Wallace, directora del instituto GeneWatch, en declaraciones a The Guardian.
Los primeros casos de zika en humanos fueron documentados en Brasil el pasado mes de mayo, y a día de hoy se estima que podría haber 1,5 millones de personas infectadas.
Los críticos de Oxitec recuerdan que la zona en la que fueron liberados los mosquitos de código genético alterado es la misma donde se inició la propagación del virus.
Desde el inicio del brote, se han registrado en Brasil más de 4000 casos de bebés que nacen con microcefalia.
El objetivo del programa de modificación genética de Oxitec era liberar sólo mosquitos macho de la subespecie Aedes aegypti, conocida por ser los portadores del dengue y el Zika, para que al reproducirse con la hembras portadoras de los virus produjesen crías modificadas que morirían antes de alcanzar la edad de reproducción.
Pero las voces en contra de las prácticas de Oxitec señalan que está comprobado que si los mosquitos tienen acceso al antibiótico tetraciclina, que se puede encontrar en los suelos, las aguas superficiales, y en algunos alimentos, la tasa de supervivencia de los mosquitos podría aumentar hasta un 15 %, ayudando a la propagación del virus.

viernes, 29 de enero de 2016

MARIO RAMOS / Cumbre CELAC, la integración del sentido común

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MARIO RAMOS – La integración del sentido común podría ser la noción que guíe la relación entre los estados latinoamericanos y caribeños. El sentido común nos dice que nuestros estados y pueblos tienen intereses geopolíticos comunes, entonces por qué no actuar en nombre de ese interés general, por qué no proteger ese interés general.

El sentido común nos señala que el éxito inconmensurable de haber reunido a nuestros treinta y tres Estados en un espacio para el debate argumentado y horizontal es un logro que debe defenderse y desarrollarse. La integración no busca eliminar las diferencias, esto no es posible ni deseable, debemos apreciar el marco común construido que otorga igualdad de derechos a todos sus miembros, y esto en un mundo en donde determinados organismos internacionales no se manejan con el principio de la democracia, es un aspecto a considerar.
El sentido común nos dice que el interés general nos obliga a construir un destino colectivo, conducido por este modelo de integración pluralista que hemos conseguido, debemos profundizar nuestra unidad en la pluralidad.
CELAC es una zona de paz, el sentido común obligó a declarar a nuestra región como zona de paz. Nuestra vocación geopolítica es la paz y debemos como CELAC contribuir a la paz mundial. El sentido común nos dictó que debemos alejarnos de aquella potencia que pretende imponer su voluntad geopolítica a otros pueblos y que han convertido a regiones como el Oriente Medio en zonas con países destruidos. Usando el método de la “guerra contra el terrorismo” se ha sometido a pueblos y se camufla la expropiación de sus recursos naturales. “Guerra” que ha otorgado patente de corso a la potencia que declaró esa guerra infinita para violar a su antojo el derecho internacional, promover guerras de falsa bandera, cárceles clandestinas alrededor del mundo y violar todos los derechos humanos que dice promover.
En este convulsionado planeta, los miembros de la CELAC tenemos la oportunidad de construir la civilización del Buen Vivir. Nuestros pueblos nos exigen sensatez, no les fallemos. Sepultemos de una vez por todas esas supuestas arquitecturas hemisféricas de seguridad y diálogo internacional que han demostrado estar al servicio de intereses egoístas y hegemónicos, y gritemos todos ¡larga vida a la CELAC!
Tomado: http://www.contrainjerencia.com/?p=113832

sábado, 23 de enero de 2016

Una izquierda para el siglo XXI




En los años 60 y 70 quien se incorporaba a la militancia escuchaba a menudo una frase: “Ser como el Che”. Con ella se sintetizaba una ética, una conducta, un modo de asumir la acción colectiva inspirada en el personaje que –con la entrega de su vida– se había convertido en brújula de una generación.“Ser como el Che” era un lema que no pretendía que los militantes siguieran punto por punto el ejemplo de quien se había convertido en referencia ineludible. Era otra cosa. No un modelo a seguir, sino inspiración ética que implicaba una serie de renuncias, esas sí, a imagen y semejanza de la vida del Che.
Renunciar a las comodidades, a los beneficios materiales, incluso al poder conquistado en la revolución, estar dispuesto a arriesgar la vida, son valores centrales en esa herencia que hemos dado en llamar guevarismo. Esos fueron durante buen tiempo los ejes en torno a los que se organizó buena parte de la militancia de izquierda, por lo menos en América Latina.
Esa izquierda fue derrotada en un breve periodo que podemos situar entre los golpes de Estado de la década de 1970 y la caída del socialismo real, una década después. No se sale indemne de las grandes derrotas. Así como la caída de la comuna de París fue un parteaguas, según Georges Haupt, que llevó a las izquierdas de la época a introducir nuevos temas en sus agendas (la cuestión del partido pasó a ocupar un lugar central), las derrotas de los movimientos revolucionarios latinoamericanos parecen haber producido una hendidura en las izquierdas de comienzos del siglo XXI.
Aún es muy pronto para realizar una evaluación completa de ese viraje, ya que estamos encima del mismo, sin la suficiente distancia crítica y, sobre todo, autocrítica. Sin embargo, podemos adelantar algunas hipótesis que enhebren aquellas derrotas con la coyuntura actual que vivimos.
La primera es que no se trata de volver la historia atrás para repetir los viejos errores, que los hubo, y muchos. El vanguardismo fue el más evidente, acompañado de un serio voluntarismo que impidió comprender que la realidad que pretendimos transformar era bien diferente a lo que pensábamos, lo que llevó a subestimar el poder de las clases dominantes y, sobre todo, a creer que se vivía una situación revolucionaria.
Pero el vanguardismo no cede fácilmente. Está sólidamente arraigado en la cultura de las izquierdas y aunque fue derrotado en su versión guerrillera, parece haber mutado y sigue vivo tanto en los llamados movimientos sociales como en los partidos que pretenden saber qué es lo que quiere la población sin necesidad de escucharla. Gran parte de los gobiernos y los dirigentes progresistas son buen ejemplo de la pervivencia de un vanguardismo sin vanguardia proclamada.
La segunda tiene relación con el método, la lucha armada. Que la generación de los 60 y 70 hayamos cometido gruesos errores en el uso y abuso de la violencia no quiere decir que tengamos que tirarlo todo por la borda. Recordemos que por lo menos en Uruguay se pensaba que la acción genera conciencia, otorgando un poder casi mágico a la capacidad de la vanguardia armada para generar acción en las masas con su sola actividad, como si la gente pudiera actuar por reflejos mecánicos sin necesidad de organizarse y formarse.
Las organizaciones armadas cometieron, además, atrocidades indefendibles, utilizando la violencia no sólo contra los enemigos, sino a menudo contra el propio pueblo y también contra aquellos compañeros que presentaban diferencias políticas con su organización. Los asesinatos de Roque Dalton y la comandante Ana María, en El Salvador, son dos de los hechos más graves dentro del campo rebelde.
Sin embargo, eso no quiere decir que no haya que defenderse. No debemos pasar al extremo opuesto de confiar en las fuerzas armadas del sistema (como señala el vicepresidente de Bolivia), o despojar de su carácter de clase a las fuerzas represivas. Los ejemplos del EZLN, del pueblo mapuche de Chile, de la Guardia Indígena nasa en Colombia y de los indígenas amazónicos de Bagua en el Perú muestran que es necesario y posible organizar la defensa comunitaria colectiva.
La tercera cuestión es la más política y es la ética. En el legado del Che y en la práctica de aquella generación, el poder ocupaba un lugar central, algo que no podemos ni debemos negar. Pero la conquista del poder era para beneficio del pueblo, nunca jamás para beneficio propio, ni siquiera del grupo o partido que tomaba el poder estatal.
Sobre este tema hay una discusión abierta, en vista del balance negativo del ejercicio del poder por los partidos soviético y chino, entre otros. Pero más allá de los errores y horrores cometidos por los poderes revolucionarios en el siglo XX, incluso más allá de si es conveniente o no tomar el poder del Estado para cambiar el mundo, es necesario recordar que el poder era considerado un medio para transformar la sociedad, nunca un fin en sí mismo.
Sobre este asunto hay mucha tela donde cortar, en vista de la brutal corrupción enquistada en algunos gobiernos y partidos progresistas (en particular en Brasil y Venezuela), cuestiones que ya pocos se atreven a negar.
La izquierda que necesitamos para el siglo XXI no puede sino tener presente la historia de las luchas revolucionarias del pasado. Es necesario incorporar aquel lema “ser como el Che”, pero sin caer en vanguardismos. Una buena actualización de ese espíritu puede ser para todos todo, nada para nosotros. Lo mismo puede decirse del mandar obedeciendo, que parece un importante antídoto contra el vanguardismo.
Hay algo fundamental que no sería bueno dejar escapar. El tipo de militantes que necesita la izquierda del siglo XXI debe estar modelado por lavoluntad de sacrificio (Benjamin). Es evidente que la frase suena fatal en periodos como el actual, pero nada podemos conseguir sin deshacernos de esa tremenda fantasía de que es posible cambiar el mundo votando cada cinco años y consumiendo el resto del tiempo.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/01/22/opinion/018a2pol

jueves, 14 de enero de 2016

Identificando al enemigo interno

Libardo Sánchez Gómez*

En el hombre como en los demás   animales el miedo es la constante;   miedo a las enfermedades, a los depredadores, a los microorganismos, pero principalmente, no sin fundamento,  a los otros hombres.  El miedo es el eje de la dominación por parte de las clases hegemónicas, a nombre de éste se explotan las masas y prósperos países son  invadidos y  convertidos en estados fallidos.

El  capital corporativo, ente rector mundial,   teme de manera enfermiza  al comunismo por ser, según éste, una “fuerza desordenadora del orden interno”,  y es el enemigo universal por excelencia el cual amenaza “la seguridad colectiva de los estados”.    Amenaza  que ha dado origen a “la doctrina de la seguridad nacional”  la cual, a su vez,  se ha convertido en el centro del accionar de los ejércitos.

La concepción del enemigo interno   se ha instaurado en la conciencia colectiva con un enfoque terrorífico. Y se ha venido instrumentando paulatinamente   un proceso de adoctrinamiento ideológico y político en  la población pobre, fortalecido por la situación de dependencia estructural   del imperio norteamericano, el cual quiere evitar a toda costa la proliferación de gobiernos socialistas. Se ha grabado en la conciencia colectiva la idea de que es comunista quien se opone a las políticas de la clase dominante y, a su vez,  ser comunista es ser terrorista.  Así mismo,   los  máximos representantes del comunismo internacional, así no sepan qué es eso,  son los  campesinos reclamantes de tierras, los sindicalistas, los defensores de derechos humanos y, por supuesto, los alzados en armas;   y estos  representantes del “ente maligno”     son los causantes de la violencia, el hambre y la pobreza que  les  azota a ellos mismos y  al 99% del resto de sus congéneres.  

 El imperio gringo, además del comunismo,    idea diversos   “enemigos internos” según sus conveniencias geoestratégicas de dominación global;   por ejemplo, creó el  Estado Islámico EI;   El llamado Estado Islámico es   la  típica creación norteamericana de un “enemigo universal”. Investigadores  de la universidad de Copenhague sostienen que   el “auto ataque”  a las Torres Gemelas “sirvió para crear el odio contra los árabes y fomentar las guerras estadounidenses por el petróleo y la hegemonía israelí en el Medio Oriente”.  

Las fuerzas militares están   hechas  para liberar a las clases hegemónicas de cualquier enemigo; al ostentar el poder,    por derecho propio,  disfrutan   del monopolio   de las armas.  Magda Alicia Ahumada P, dice que “…La fuerza como una concepción general se argumenta desde la visión de mantener y proteger a los estados frente a un enemigo o enemigos que intenten fracturar y romper la naturalidad de su existencia” (EL ENEMIGO INTERNO EN COLOMBIA, 2007)  Disentir   del  establishment es “terrorismo” que atenta contra el orden social natural, que otorga   privilegios a  los “elegidos”.  

 Por otro lado, en   los países colonizados,  como Colombia,  los problemas sociales son un asunto de orden público y de competencia exclusiva de los militares, quienes, además, están influenciados por la ideología anticomunista.  A la fuerza pública se le ha grabado hasta en los  músculos que el comunismo estimula la subversión.  Y, como  dentro  del seno de las sociedades bajo el modo de producción capitalista las contradicciones son una olla a presión a punto de estallar, ahí están   soldados y policías, evitando   que salte la tapa. Eso explica la violación permanente de los derechos humanos por parte de los militares.


La burguesía lleva en sus genes el temor al comunismo; sus privilegios viven en constante amenaza. El comunismo corresponde a una visión concreta de la realidad social; ve a la sociedad como un cuerpo vivo sometido a   evolución continua.   Nada en el universo está inmóvil, las sociedades tampoco, estas avanzan inexorablemente hacia formas menos antagónicas.   La burguesía es consciente de que debe evitar que  el pueblo  adquiriera  conciencia de clase, pues el día que lo haga les arrebata los privilegios.  Entonces,  harán hasta lo inimaginable para lavarle a la gente  mente y conciencia, y así prolongarán   su existencia, y con ella la agonía de casi toda la humanidad.

En Venezuela, con el comandante Hugo Chávez,  nació  un formidable enemigo, el llamado  Socialismo del siglo XXI, e  iba metiendo miedo a la oligarquía transnacional.  Y aunque  la amenaza fue de forma y no de fondo,   pues la oligarquía no perdió sus riquezas sólo parte de sus privilegios, el imperio dirigió todas sus baterías en ayuda de la burguesía local desplazada del poder.  El pueblo vive en medio de la disputa a muerte por el poder entre  la oligarquía tradicional (oposición) y aquellos burócratas,  que gracias al poder otorgado por el pueblo y a la corrupción, se convirtieron en los nuevos burgueses. La diferencia entre unos y otros está en que los tradicionales dependen del imperio y los nuevos (socialistas del siglo XXI) mantienen un discurso antiimperialista. La otra diferencia está en el enfoque, los tradicionales defienden el capitalismo clásico o salvaje (neoliberalismo) y los otros son de corte Keynesiano  (rostro humano, gracias a una mayor intervención del Estado) Y así las cosas la pobrería  no sabe para cual lado coger. No obstante, las bases chavistas  han venido adquiriendo alta conciencia de clase, y han aprendido a identificar al enemigo  de clase. Por eso les  da lo mismo votar por el PSUV o por la MUD.

En todo el largo proceso de la Revolución Bolivariana, el pueblo no sólo   aprendió a identificar a sus enemigos sino que asimiló dos cosas fundamentales, por una lado  que no puede ceder la dirección del movimiento popular a caudillo alguno, que por el contrario debe conservarla en sus manos de manera comunal; por otra lado le quedó claro que no es a través de las urnas que puede acceder y conservar el poder, serán las armas las que le otorgarán la libertad. Las transformaciones sociales, como el cambio de cualquier paradigma, no se logran de manera pacífica, y  no solo lo dijo Marx sino el mismo Van Pope.  Basta recordar la sentencia de Marx,        “ …Una revolución es, indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por medio del cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este dominio por el terror que sus armas inspiran a los reaccionarios”.

En Colombia también se vive una situación social candente,  a pesar de la probable entrega del movimiento guerrillero la lucha de clases (expresada en una prolongada guerra civil)  sigue in crescendo.  Lamentablemente  las bases populares, también,   van por un lado y la cúpula  por otro.  Si bien la insurgencia no fue vencida en el campo de batalla viene siendo conquistada por la oligarquía, por decir lo menos, sin pena ni gloria en la Habana en la llamada Mesa de diálogos.  No obstante,  la oligarquía no puede cantar victoria, quedarán  intactas   la mayoría de la guerrillerada de base  y gran cantidad cuadros (comunistas clandestinos) políticamente educados con una gran conciencia de clase.    Estos  serán los encargados de continuar   llevando en alto la  bandera   que ahora la cúpula guerrillera quiere arriar.

El desarrollo dialéctico de las contradicciones en el seno de la desigual sociedad colombiana no parará con la entrega de un grupo de alzados en armas.  Además, será un asunto de instinto de conservación,  pues mientras los alzados en armas están instrumentando la entrega de estas, la oligarquía empresarial y terrateniente incrementa el rearme de miles de mercenarios (paramilitares)  para borrar de la faz de la tierra a los   guerreros desarmados.    


La nueva etapa de la confrontación entre enemigos de clase en Colombia será aún más intensa y cruenta que la hasta ahora conocida, y contará con la participación de movimientos populares con más conciencia social.  Así lo evidencia  Cristian Camilo Barrera  (El 2016 en Colombia, ¿el año de la paz y de la crisis económica?) “Resulta evidente la dinámica ascendente de la movilización popular en el país a partir de la Minga indígena del 2008, y en la actualidad, con la existencia de organizaciones sociales diversas de tipo campesino, afro, indígena, de mujeres, juveniles y urbanas el campo popular se ha ampliado, diversificado y fortalecido. Actores relevantes como la cumbre agraria étnica campesina y popular proyectan el 2016 como un año para la movilización y como un año determinante en las luchas de los sectores sociales que también están proyectando sus apuestas de paz en Colombia”. ¿Tendremos que afrontar   otros cincuenta años  de confrontación armada para lograr la  liberación definitiva?

*DMV. U Nacional de Colombia. MSc. Economía. PU. Javeriana. Esp. NAS. Profesor universitario.